"Mármol de Salcido, Sinaloa"
Padre Amador Campos Serrano
La distancia se reduce, la medida de ir avanzando y aumenta su volumen de las formas, la esbelta altura de la antigua chimenea es un saludo a los visitantes, evocando el antiguo esplendor de la fábrica cementera y de la comunidad asentada a un lado de ella.
Por casi medio siglo, la risueña comunidad laboral se estableció a su regazo, prosperando al amparo de su desarrollo empresarial, cuyo halo protector era imaginado en el velo de fino polvo, emanado desde las entrañas de la misma fábrica.
Miguel Ángel Patiño López, originario de Matatán, en el Municipio de El Rosario, el sobreviviente fundador de esta comunidad laboral, evoca, en amena charla, los inicios de la empresa, cuando él era un joven, apenas salido de la adolescencia.
Su hermano Vicente, fungía como mayordomo de la incipiente obra, la cual era encabezada por un visionario empresario, Ramón Salcido y del Castillo Negrete, originario de Cósala, Sinaloa, hombre con sentido del compromiso social. La futura fábrica sería una extensión de la ya establecida en El Fuerte, Sinaloa.
En 1941, cuando el mundo se convulsionaba por la conflagración de la Segunda Guerra Mundial, según recuerda el entonces joven Miguel Ángel, él mismo fue invitado por su hermano a ese lugar, en aquellos tiempos cubierto completamente por la vegetación, y aprovechando la vecindad del paso del ferrocarril, dio inicio a la construcción de la fábrica y el asentamiento de comunidad laboral.
Vicente, el hermano de Miguel Ángel, siguiendo las indicaciones de Ramón Salcido, se dio a la tarea de contratar gente en El Rosario, quienes en ese momento habían quedado sin trabajo por la clausura de la Mina del Tajo; llegaron a ese lugar en donde inicialmente empezaron a vivir casi a la intemperie.
Los recién llegados se dieron a la tarea de limpiar el área de vegetación, cortando los arboles ahí existentes, hasta ahí llegaba Ramón Salcido, recuerda Miguel Ángel, en un jeep, atravesando caminos vecinales desde la comunidad de Camacho, para supervisar los avances del trabajo. La carretera internacional aún no existía.
Aprovechando la cercanía del paso del ferrocarril, empezaron a llegar góndolas cargadas con las herramientas pesadas para el funcionamiento de la fábrica, que poco a poco se iba levantando. Aquí Miguel Ángel hace un paréntesis, pues como tenía 18 años y estaba la Segunda Guerra Mundial, fue reclutado a la ciudad de México como conscripto para su adiestramiento militar.
En 1943, al regresar de su estancia en la Ciudad de México, no tuvo problemas para ser reinstalado en su anterior oficio y ya para entonces se contaba con casas construidas para todos los trabajadores. Empezaron las primeras elaboraciones de cemento, pero había problemas en cuanto a su calidad, este tenía un color blanco y así fue ofrecido para la construcción de la Carretera Mazatlán-Culiacán, para entonces ya en proceso, pero fue rechazado
Superadas el problema de calidad por los ingenieros norteamericanos que operaban en la fábrica, la mezcla adquirió el color gris característico del cemento y empezó el auge de la producción. Finalmente, después de operar casi medio siglo, el 1 de mayo de 1990, al término del desfile del Día del Trabajo y con la presencia de Ramón Castillo, se dio el anuncio del cierre de la fábrica por razón del envejecimiento de la maquinaria, por lo cual ya no era costeable la producción.
Hoy, el poblado de Mármol conserva su imagen hospitalaria, el trazo de sus calles y está la imagen de la fábrica que aún se levanta señorial, a pesar de su abandono, y su gente conserva su trato amable, mientras esperan un resurgimiento para volver a vivir su antiguo esplendor, que por ahora solo está en el recuerdo y la añoranza de aquellos días.