Construida, según el relato bíblico por Nenrod, el Bisnieto de Noé, Nínive, la gran capital del Imperio Asirio, fue una majestuosa ciudad, descrita en el libro del profeta Jonás, en donde se narra que este, al desobedecer a Dios, no siguiendo las divinas indicaciones, sufrió una tragedia a punto de costarle la vida.
En 1847 salieron a la luz los vestigios de esta ciudad del mundo antiguo, fue el arqueólogo británico Austen Henry Layard quien en sus excavaciones encontró las ruinas de lo que fue el imponente palacio de Senaquerib, mostrando el esplendor de la gran capital de los asirios. Este esplendor se considera superior al de la misma Babilonia.
La antigüedad de esta ciudad se remonta hasta finales del segundo mileno antes de Cristo, mencionándolo como un ya asentamiento desde alrededor del año 1800 a. C.
La ubicación de esta urbe la sitúa como un lugar estratégico en la ruta de las caravanas junto al rio Tigris, entre el Mar Mediterráneo y el Mar Indico, lo cual acrecentó su poderío comercial, otorgándole una influencia en oriente y en occidente.
Fue en el primer milenio de antes de Cristo bajo el reinado de Senaquerib, alrededor de los finales del siglo octavo antes de Cristo cuando empezó su ascenso, al nombrarla este rey como capital de los asirios.
A mediados del transcurso del Siglo VII a. C. con el rey Senaquerib II tuvo un auge en su infraestructura urbana, construyendo las edificaciones que le darían su esplendor y en el 700 a. C. sobresale la edificación del palacio real, llamado el palacio sin rival, además de un conjunto de obras hidráulicas para surtir de agua a la ciudad convirtiéndola en una de las más grandiosas de la antigüedad.
En los restos de suntuoso palacio real se han encontrado una gran cantidad de tablillas con escritura cuneiforme, ilustrando gran parte de aquel histórico periodo.
Después de haber llegado a su máximo esplendor, ya en el reinado de Asurbanipal, se precipito en un declive, al verse presa del asedio de los de sus vecinos, los babilonios los medos y los persas, quienes sitiaron la cuidad, cortándole el suministro de agua hasta tomarla, destruyendo su esplendor. La ciudad de Nínive quedaría sepultada en las arenas, convirtiéndose en solo una legendaria mención.
Las antes mencionadas excavaciones realizadas en el Siglo XIX regresaron a la luz la historia del esplendor de la magnífica ciudad de Nínive, que ya en las narraciones eran consideradas como la alusión de un pasado ya olvidado.
Desgraciadamente en los tiempos actuales continuo la destrucción de los vestigios de remoto pasado de Nínive realizados por los miembros del estado extreminsta islámico Isis, continuando con la destrucción de los restos de la historia de la gran capital.
Mencionada en las Sagradas Escrituras, Nínive nos trae a la memoria, en la narración del libro de Jonás, el alcance de la misericordia de Dios y el poder del arrepentimiento y la conversión, al alcanzar el perdón en un momento en que, a causa de su mal comportamiento, esta ciudad estaba amenazada de ser aniquilada por la justicia divina.