Para formar el carácter

EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

    La disciplina y el orden son parte de las leyes naturales del universo y no se trata de querer aceptarlas o no, o te aclimatas o te aclimatan, pero podemos evitarles a los hijos ese que los aclimaten de mala manera.

    El hecho es que necesitan padres, no camaradas o compinches, y muchos padres se esfuerzan mucho por ser esos camaradas que ya tiene entre sus pares, lo que necesita son padres, el hecho es que les tratan como iguales y no existe ninguna igualdad entre un niño de 5 años y un adulto de 30.

    La pregunta que sigue: ¿Si te conviertes en camarada de tu hijo, cuando se presente la necesidad de disciplinarlo, instruirlo o exigir determinada conducta y desempeño, por qué ha de obedecer las órdenes de un camarada, si son iguales, en lugar de un papá o mamá?

    La disciplina consiste en enseñar a un niño el camino que debe seguir, por tanto comprende todo lo que se haga por enseñarle a aprender, que no equivale a castigo o algo desagradable, se aprende más pronto haciéndolo divertido o en juegos.

    La palabra disciplina incluye los significados de: enmienda, corrección, crianza, adiestramiento, instrucción, educación y reprobación. El propósito de la disciplina es positivo: producir una persona correcta, libre de las faltas y desventajas que obstaculizan el máximo desarrollo.

    Es una meta alta, pero si queremos que sean libres y felices, pues es el camino, qué tanto lo logremos depende de no solo de la perseverancia de los padres como de los métodos que se usen y las capacidades del hijo que hay que tener siempre presentes, a unos se les facilitan los números a otros las letras, a unos la música a otros lo manual.

    Aquí no se trata de discapacidades físicas, todos vimos cómo son superadas, hasta las más grandes, en las olimpiadas.

    Si tratamos a nuestros hijos como si fueran discapacitados, como si no tuvieran manos y pies y les hacemos y damos todo ya hecho en mano, sin ninguna molestia para ellos, terminan siéndolo.

    Los ganadores no se forman en colchón de plumas, sino con esfuerzo que los padres provocan y luego aplauden el esfuerzo, aunque no lograra lo que se proponía, si sigue esforzándose llegará a lograrlo.

    La disciplina se desea, se necesita, se exige. Es su derecho, las personas pequeñas hacen lo que quieren, las grandes se someten a las leyes que gobiernan el reino de su grandeza, el nadador de 400 metros que quiere ganar medallas no va a la alberca cada que le da la gana, ni el pianista consagrado lo logró sin practicar horas enteras.

    Cuando a un niño se le enseña disciplina, se le da una de las herramientas más importantes para su éxito futuro y su felicidad, el niño sabe instintivamente que la verdadera disciplina es una expresión de amor y que a la larga es para su propio bien, cuando se insubordina es para probar qué tan firmes somos, qué tan confiables.

    La persona disciplinada es la que hace lo que se necesita hacer y cuando se necesita, es práctica no teórica, hace las cosas necesarias no sólo las que le gustan, sólo los disciplinados logran cosas significativas.

    Hay que tener en cuenta que lo que nos hace felices no es lo que tenemos, sino lo que somos, así que darles todo sin que signifique esfuerzo, complacerles en todo sin que lo ganen, no los hará felices más que un ratito, creerán que se merecen todo y lo exigirán siempre a todos, y claro, no serán felices.

    ¿Qué hay que enseñar?

    Primero a valerse por sí mismos y no dependan totalmente de los padres, se trata de enseñarles y protegerlos, pero no ahogarlos, sino dejarlos crecer.

    Y hay que comenzar pronto la enseñanza, desde temprana edad necesitan horarios, rutinas y tareas, naturalmente adecuadas a la edad y no impliquen peligro, pero un bebé que comienza a caminar puede regresar sus juguetes al cesto donde se guardan y si le festejan más hace.

    Claro que es más sencillo que uno mismo haga esas tareas, acabamos más pronto y quedan bien hechas y con menos esfuerzo del que lleva tratar de persuadirles que hagan, el problema es que un niño de 4 años no se da cuenta de sus limitaciones.

    En esa etapa de su vida se cree capaz de hacer cualquier cosa y quiere ensayar, si se le hace a un lado “quita, yo lo haré”, se está mandando un mensaje, “tú no puedes, pero papá o mamá sí”, tardara en convencerse, pero a los 10 años estará tan convencido de que no sabe, que hasta se negará a hacerlo y se estará lanzando al mundo una personita no preparada y sin voluntad para acometer nada que sea difícil o desagradable.

    Cuidado con El juego del calamar es perverso, llega hasta lo más terrible del ser humano.

    “La disciplina y el orden son parte de las leyes naturales del universo y no se trata de querer aceptarlas o no, o te aclimatas o te aclimatan, pero podemos evitarles a los hijos ese que los aclimaten de mala manera”.
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