Malena Rosillo Segura
Recuerdo el lamento de un joven economista que a sus treinta y pocos años había logrado coronar una carrera profesional muy brillante, pero que explicaba su difícil situación con una crudeza y un dolor sorprendentes.
'Gozo de un prestigio y un éxito extraordinarios. Sin embargo, veo con claridad que he sacrificado casi todo en la vida para lograr esa meta. Veo que estoy fracasando en mi matrimonio, que apenas disfruto del afecto de mis hijos, que me siento rodeado de personas que simplemente me adulan y me tratan de forma interesada. Ha llegado un momento en el que no estoy seguro de tener verdaderos amigos. Soy una persona muy ocupada, y apenas encuentro tiempo para pensar con calma, pero no logro alejar una duda que martillea mi cabeza desde hace años: no sé si todo lo que estoy haciendo tendrá algún valor para alguien.'
'A éstas alturas casi no sé qué es lo que realmente me importa. Me pregunto con frecuencia: todo esto que he hecho
¿ha merecido la pena?'
Casos como este, tristemente frecuentes, nos invitan a reflexionar sobre nuestro modo de ver el trabajo, la forma en que lo realizamos y cómo nos enfrentamos a los inevitables problemas que conlleva la convivencia laboral.
El éxito profesional no puede compensar el fracaso del matrimonio roto, el olvido de los hijos, la salud perdida, el quebrantamiento ético o la traición a los propios principios.
Si somos coherentes hemos de cuidar la atención a la familia: el cónyuge, los hijos, los padres, etc. El propio trabajo, con sus realizaciones, sus expectativas y su necesidad de atender a la preparación profesional. La salud y el descanso, que no conviene menospreciar.
Es muy importante la cultura. No hay que olvidar tampoco las prácticas profesionales que requiera la coherencia con nuestras convicciones religiosas, que son un elemento muy importante en la vida de cualquier persona. Sólo así viviremos los tres tipos de valores que nos propone Viktor Frankl: Los valores creadores que se realizan a través del trabajo profesional, los valores vivenciales que se realizan a través del vivir cotidiano y los valores de actitud, aquellos que se realizan cuando le damos sentido al sufrimiento.
Coordinadora Nacional de Calidad de ICAMI
mrosillo@icami.edu.mx