Silencio aprobatorio

DUEÑEZ* EMPRESARIA
    Socio Fundador de CEDEM.

    Estamos trabajando con varias familias en el proceso de rediseño de sus Sistemas de Gobierno. Esto no es nada sencillo ni rápido de implementar. En más de un caso nos ha tocado que se plantean cambios fuertes en las estructuras y relaciones de poder, y sin que se estudie a fondo el tema, se da por visto.

    Esos temas, que supuestamente fueron aprobados por todos los miembros de un Consejo o Asamblea, que se presentaron, se explicaron y se dieron por aprobados, en realidad lo que recibieron como respuesta fue un silencio que me gustaría calificar como sepulcral.

    El silencio aprobatorio es la respuesta de un grupo a una propuesta que no les convence, pero que no se atreven a refutar o cuestionar. En si mismo, es una expresión muy ambigua. A veces la mayoría de los participantes pensará: “pues aprobamos tal cosa, aunque yo debería de haber mencionado estos inconvenientes”. Otras veces la mayoría pensará: “...mejor nos quedamos callados, es una propuesta inviable, no funcionará”.

    En muchos órganos de gobierno que operan en grupos liderados por empresarios autócratas, el silencio aprobatorio es una forma pasiva de reaccionar ante la imposición de ideas que la mayoría no comprende o no acepta. El silencio en estos casos son testimonio de que el empresario decidió solo, sin la concurrencia de las voluntades de su equipo. Él jamás podría afirmar que todos coincidieron con su visión y que explicitaron su aprobación.

    Con una de las familias a las que me refería al principio esto sucedió: se trabajó en la propuesta de un nuevo comité, se discutió con varios de los líderes, se presentó en el Consejo de Dueños, se aclararon dudas y se hicieron algunos comentarios. Al final preguntamos si alguien quería añadir algo más o si podíamos considerar aprobada la propuesta para trabajar en su implementación. Respuesta: silencio aprobatorio.

    Más tarde, comentando lo sucedido con uno de los líderes me decía: “Carlos, es claro que tienen dudas, que no se sienten seguros, que no se comprometieron, y eso dificultará que funcione. La respuesta fue Silencio Aprobatorio. Deberías escribir sobre este tema”.

    En otra de las familias sucedió algo similar, pero la respuesta del Líder de Dueñez en este caso se ha convertido en una campaña incansable para profundizar, precisar, aclarar y negociar con todos los miembros de la familia el tema del nuevo Sistema de Gobierno. Este líder quiere estar seguro que todos realmente entienden la transformación que se pretende llevar a cabo y que van a apoyarla comprometidamente.

    El silencio no es aprobatorio nunca, es solo muestra de que el equipo no se siente seguro y cómodo para expresar su opinión. La aprobación verdadera, sobre todo en un equipo de Dueñez, se observa en el comportamiento solidario y en el nivel de compromiso de los integrantes.

    Claro que la palabra cuenta, pero la palabra no solo tiene letras y frases, también tiene tono, fuerza, gesto, modo, sentimiento, determinación.

    En la Dueñez Compartida es crucial hablar claro. Las aprobaciones a medias o condicionadas no expresan voluntad ni compromiso. A veces solo es preprarse para poder decir “Te lo dije”. No se vale.

    La Dueñez Compartida es un asunto mayúsculo, no es de juego ni de apariencias. Si queremos compartir el rol de dueño, pues queremos trabajar en elegir rumbo juntos, en pensar y crear juntos, en buscar entre todos los miembros del equipo mejores caminos de creación de valor.

    Ahora que estamos impartiendo nuestro Master in Ownership and Value Creation, nos encontramos con muchas situaciones distintas. Algunos participantes son fundadores y líderes máximos de sus empresas. Otros son sucesores en formación. Y otros más son parte del equipo de Dueñez.

    Todos están generando iniciativas discontinuas de cambio de sus organizaciones: nuevos negocios, productos y mercados, nuevas fórmulas de propiedad y de gobierno, nuevas jugadas de crecimiento. Todas estas propuestas serán presentadas a socios, consejos y equipos directivos. Espero ninguna reciba como respuesta silencios aprobatorios, sino sentencias llenas de voluntad y de convicción, que después de procesarlas se conviertan en compromisos de transformaciones relevantes.

    Estamos trabajando con varias familias en el proceso de rediseño de sus Sistemas de Gobierno. Esto no es nada sencillo ni rápido de implementar. En más de un caso nos ha tocado que se plantean cambios fuertes en las estructuras y relaciones de poder, y sin que se estudie a fondo el tema, se da por visto.

    Esos temas, que supuestamente fueron aprobados por todos los miembros de un Consejo o Asamblea, que se presentaron, se explicaron y se dieron por aprobados, en realidad lo que recibieron como respuesta fue un silencio que me gustaría calificar como sepulcral.

    El silencio aprobatorio es la respuesta de un grupo a una propuesta que no les convence, pero que no se atreven a refutar o cuestionar. En si mismo, es una expresión muy ambigua. A veces la mayoría de los participantes pensará: “pues aprobamos tal cosa, aunque yo debería de haber mencionado estos inconvenientes”. Otras veces la mayoría pensará: “...mejor nos quedamos callados, es una propuesta inviable, no funcionará”.

    En muchos órganos de gobierno que operan en grupos liderados por empresarios autócratas, el silencio aprobatorio es una forma pasiva de reaccionar ante la imposición de ideas que la mayoría no comprende o no acepta. El silencio en estos casos son testimonio de que el empresario decidió solo, sin la concurrencia de las voluntades de su equipo. Él jamás podría afirmar que todos coincidieron con su visión y que explicitaron su aprobación.

    Con una de las familias a las que me refería al principio esto sucedió: se trabajó en la propuesta de un nuevo comité, se discutió con varios de los líderes, se presentó en el Consejo de Dueños, se aclararon dudas y se hicieron algunos comentarios. Al final preguntamos si alguien quería añadir algo más o si podíamos considerar aprobada la propuesta para trabajar en su implementación. Respuesta: silencio aprobatorio.

    Más tarde, comentando lo sucedido con uno de los líderes me decía: “Carlos, es claro que tienen dudas, que no se sienten seguros, que no se comprometieron, y eso dificultará que funcione. La respuesta fue Silencio Aprobatorio. Deberías escribir sobre este tema”.

    En otra de las familias sucedió algo similar, pero la respuesta del Líder de Dueñez en este caso se ha convertido en una campaña incansable para profundizar, precisar, aclarar y negociar con todos los miembros de la familia el tema del nuevo Sistema de Gobierno. Este líder quiere estar seguro que todos realmente entienden la transformación que se pretende llevar a cabo y que van a apoyarla comprometidamente.

    El silencio no es aprobatorio nunca, es solo muestra de que el equipo no se siente seguro y cómodo para expresar su opinión. La aprobación verdadera, sobre todo en un equipo de Dueñez, se observa en el comportamiento solidario y en el nivel de compromiso de los integrantes.

    Claro que la palabra cuenta, pero la palabra no solo tiene letras y frases, también tiene tono, fuerza, gesto, modo, sentimiento, determinación.

    En la Dueñez Compartida es crucial hablar claro. Las aprobaciones a medias o condicionadas no expresan voluntad ni compromiso. A veces solo es preprarse para poder decir “Te lo dije”. No se vale.

    La Dueñez Compartida es un asunto mayúsculo, no es de juego ni de apariencias. Si queremos compartir el rol de dueño, pues queremos trabajar en elegir rumbo juntos, en pensar y crear juntos, en buscar entre todos los miembros del equipo mejores caminos de creación de valor.

    Ahora que estamos impartiendo nuestro Master in Ownership and Value Creation, nos encontramos con muchas situaciones distintas. Algunos participantes son fundadores y líderes máximos de sus empresas. Otros son sucesores en formación. Y otros más son parte del equipo de Dueñez.

    Todos están generando iniciativas discontinuas de cambio de sus organizaciones: nuevos negocios, productos y mercados, nuevas fórmulas de propiedad y de gobierno, nuevas jugadas de crecimiento. Todas estas propuestas serán presentadas a socios, consejos y equipos directivos. Espero ninguna reciba como respuesta silencios aprobatorios, sino sentencias llenas de voluntad y de convicción, que después de procesarlas se conviertan en compromisos de transformaciones relevantes.

    El silencio en las decisiones relevantes es como una jugarreta, como un truco, como hacerse tonto para no comprometerse a nada.
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