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Columna

Nos volveremos extremosos

(Primera de dos partes)
LETRAS DE MAQUÍO

    El ingeniero Manuel J. Clouthier dirigió las siguientes palabras a los alumnos de la generación 1980-1985 de ingenieros agrónomos fitotecnistas de la Escuela Superior de Agricultura de la Universidad Autónoma de Sinaloa, en su graduación:

    Agradezco sinceramente a la generación de ingenieros agrónomos fitotecnistas de la Universidad Autónoma de Sinaloa el haberme invitado a atestiguar este recibimiento de diplomas y anillos de graduación.

    Siempre será grato acompañar a jóvenes inquietos y preparados en momentos trascendentales de su vida como lo es éste en que simbólicamente son dotados de las herramientas que da la educación para transformar este México nuestro.

    Mis vínculos personales con la Universidad Autónoma de Sinaloa son algunos. Desde haber atestiguado, con ésta, a siete generaciones en su recibimiento, hasta haber sido secretario y vicepresidente del comité pro construcción de la Ciudad Universitaria en aquellos difíciles días en que este plantel educativo parecía haber caído en lo irracional y pretendía cometer suicidio.

    Para empezar, permítaseme darles mis disculpas a ustedes jóvenes que el día de hoy reciben las herramientas necesarias para enfrentarse a su vida profesional. Doy disculpas en nombre de mi generación por estarles legando un México en crisis. Crisis que considero es más política y moral que económica, pero entrar en este terrero prefiero dejarlo para otra ocasión.

    La verdad mis amigos es que los mexicanos hoy en día, y sobre todo los sinaloenses, estamos confusos, no nos acabamos de definir en lo que queremos para nuestra sociedad: nos estamos volviendo extremosos y polarizados en nuestro pensamiento y todo esto nos puede llevar a la violencia.

    A ustedes les está tocando desenvolverse en un mundo en crisis lo cual evidentemente implica más riesgos aunque también más oportunidades para renovar y dignificar nuestra comunidad. Grave es el compromiso que ustedes tendrán que afrontar.

    Es un hecho que la tendencia al oportunismo se ha apoderado de nuestra sociedad. Cada vez son menos, y además son criticadas, las personas dispuestas a vivir conforme a una ética de entrega y compromiso personal. La pasividad, el egoísmo y el actuar conforme las circunstancias se presentan sin importarnos si violamos la moral o el respeto que les debemos a los demás, son comunes en Culiacán.

    Nuestra filosofía, vista con recelo por algunos, es que el hombre íntegro que se precia de serlo no obedece por miedo o conveniencia; vaya, ni siquiera por amistad o amor. Siempre lo hace por convicción. Pero desgraciadamente se piensa que son “inteligentes” y “triunfadores” (entre comillas) aquellos que saben sortear las tempestades sin asumir riesgos y compromisos.

    Hoy en día todo es confusión: unos pontifican y señalan el camino y otros lo critican. La demagogia, mal crónico del país, impera por doquier. Es difícil creer en algo y sobre todo en alguien.

    Pienso que todo esto acontece por dos razones fundamentales: falta de información no distorsionada y carencia de autenticidad.

    El momento actual, mis amigos, requiere de mexicanos bien informados. La primera obligación del hombre es enseñarse a pensar y esto exige analizar la realidad, enfrentar los problemas con lucidez, sintetizar y tomar decisiones y acciones con todas las consecuencias que esto implica.

    Preocúpense pues de estar informados, enterarse de que ya en Coahuila se han exiliado políticamente 90 mexicanos por defender el voto. Lean los periódicos, sobre todo los que ustedes consideran más independientes, escuchen noticiarios informativos. Entérense recurriendo a publicaciones calificadas porque sólo estando bien informados se puede hacer crítica y autocrítica constructivas. Sólo las personas que se arriesgan a disentir tienen el valor para autocriticarse y ayudar a formar las auténticas democracias.

    Pero hablamos también de autenticidad, que significa congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. No es congruente el empresario que habla de justicia y equidad y escamotea salario y prestaciones a sus trabajadores. Tampoco lo es aquel que no ha comprendido la función social de las empresas y que más temprano que tarde se nos pedirán cuentas de lo que hemos hecho, o pero aún, dejado de hacer, según la parábola de los talentos.

    Es incongruente el universitario que no estudia y desperdicia miserablemente su tiempo y el dinero de los demás en lugar de prepararse para el futuro.

    No es congruente el político que utiliza el poder para su provecho personal simulando servir al pueblo. Tampoco lo es quien roba las ánforas y fraudea al pueblo mientras habla de renovación moral.

    Pero hablamos también de extremismos y la forma en que éstos se han acentuado recientemente debido a la gran tensión a que todos hemos sido sometidos con devaluaciones, inflaciones, subsidios, controles y descontroles.

    El ataque continuo, el enfrentamiento entre todos los sectores, la desconfianza y sobre todo el temor se están adueñando de Sinaloa y México.

    El momento actual, mis amigos, requiere de mexicanos bien informados. La primera obligación del hombre es enseñarse a pensar y esto exige analizar la realidad, enfrentar los problemas con lucidez, sintetizar y tomar decisiones y acciones con todas las consecuencias que esto implica.
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