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"Panamá"

"Cuidan la rana dorada"

"Crean centro para preservar la especie reverenciada por los panameños"
06/11/2015 08:10

    EL VALLE DE ANTON (AP)._ El biólogo panameño Edgardo Griffith y un famoso visitante se sorprendieron cuando encontraron sobre una piedra en medio del bosque nuboso a una ranita dorada.
    El animal es un icono cultural que está a punto de desaparecer en Panamá, expresó Griffith.
    El regocijo fue doble porque se trataba de una hembra.
    El episodio data de comienzos de abril en la región de El Copé, uno de los hábitat de la rana dorada y en donde casi es un milagro encontrar al anfibio.
    Reverenciada por los indígenas, que hasta hacían objetos de oro con su figura y la consideraban una especie que daba suerte y fertilidad, ahora la ranita está al borde de la extinción y su futuro apunta a vivir en cautiverio, como especie de exhibición.
    La gente vende objetos preciosos de artesanía con la figura de la ranita, anuncios publicitarios la toman como emblema y el gobierno la usa en los billetes de lotería. Una calle de El Valle tiene el nombre del animalito.
    Pero lo que vive la rana dorada es un drama que impacta a la comunidad científica y conservacionista.
    Un hongo letal que se esparce desde hace años en las quebradas en tierras altas y la destrucción del entorno natural por el hombre amenazan con borrar del mapa en pocos años a este anfibio de color naranja y puntos o manchas negras, que pertenece a la familia de los Atelopus, originaria de Sudamérica.
    Pero Griffith y su esposa norteamericana Heidi Ross, en colaboración con colegas y veterinarios de zoológicos de Estados Unidos, como el de Houston y el de Nueva Inglaterra, entre otros, buscan salvar al menos en cautiverio a la rana dorada y a decenas de otras especies, a través del Centro de Conservación de Anfibios de El Valle, un experimento inédito en América Latina.
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    DATO EXTRA
    REFUGIO
    El Centro de Conservación de Anfibios de El Valle,opera desde hace algo más de dos años dentro del zoológico de El Níspero en este valle, a unos 110 kilómetros al oeste de la capital, donde muchos extranjeros y panameños acaudalados buscan establecer su residencia de descanso.