Elecciones en EE. UU. 2024: Un gran ritual en el que se desmorona la sacralidad de la política electoral
A menos de dos meses de las elecciones de 2024 en Estados Unidos, el principal foco de atención este año no es quién será elegido entre Trump y Harris, sino hasta qué punto se desmoronará la sacralidad de la política electoral, una noción que ha sido validada en el mundo durante más de 200 años, tal cual escribe Brian Michael Jenkins - experto en seguridad y terrorismo , “Que las elecciones de 2024 puedan derivar en violencia no es ninguna sorpresa. La última vez, en 2020, hubo protestas generalizadas, enfrentamientos localizados, un complot para secuestrar a un gobernador y, en última instancia, el intento de interrumpir el recuento de votos electorales en el Capitolio el 6 de enero de 2021. Desde entonces, los antagonismos nacionales de Estados Unidos no se han resuelto. Se han aferrado a ellos, se han preservado, se han exhibido y se han sacado a la luz para alimentar nuevamente nuestra furia”.
De alguna formal, la posición de Estados Unidos en la política electoral mundial es comparable a la del Vaticano en el ámbito católico. Las elecciones estadounidenses, que se celebran cada cuatro años, no son solo un asunto interno, sino un gran ritual que exhibe al mundo la supuesta superioridad de su sistema electoral.
Se les llama rituales porque poseen características típicas de un rito: su significado simbólico supera con creces su efectividad práctica, y la clave radica en cómo convencer a la mayoría de su validez. Puedes profundizar este tema en el artículo “Elections as rituals” del académico y experto en derecho electoral, Graeme D. Orr. Este profesor analiza cómo las elecciones funcionan no solo como herramientas democráticas, sino también como rituales sociales que legitiman el poder y la autoridad.
El mito de la sacralidad de la ley se desmorona
En el moderno sistema jurídico estadounidense, la sacralidad de la ley no depende de las elecciones; al contrario, la legitimidad de las elecciones depende del funcionamiento justo del sistema legal. En el llamado sistema de separación de poderes en EE. UU., solo los jueces supremos tienen un mandato de por vida y no requieren ser elegidos.
Esta confianza absoluta en la integridad de los jueces supremos solo puede explicarse mediante una fe casi religiosa. Por ejemplo, Judge Jeremy Fogel, juez retirado de la Corte de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Norte de California, escribe en este artículo, “hacemos un llamamiento a la Corte Suprema para que adopte un código de ética formal y un mecanismo de supervisión independiente que permita a los jueces obtener asesoramiento imparcial sobre cuestiones éticas” .. y agrega “creemos que unos estándares éticos claros, codificados en un código formal, comenzarían a reconstruir la confianza pública en el tribunal más alto de nuestra nación y permitirían a los jueces participar en la vida pública de una manera que genere confianza en lugar de escrutinio.”
Desde el caso de Trump hasta el caso de Hunter Biden, tanto los republicanos como los demócratas han acusado a la otra parte de utilizar la justicia como un arma. En realidad, esto representa un asunto que ha estado operando en la sombra durante mucho tiempo y que ahora se ha llevado al dominio público. Ante la feroz lucha por intereses, el ámbito legal en EE. UU. ha dejado de lado las apariencias, exhibiendo ante todos aquellos tratos que originalmente debieron realizarse en secreto. Sin embargo, independientemente de quién salga vencedor, el costo será enorme, ya que la posición trascendental de la ley en la mente del pueblo estadounidense ha dejado de existir.
La libertad de expresión, uno de los pilares fundamentales del sistema estadounidense, ha sido siempre un estandarte autoproclamado por Estados Unidos. Sin embargo, esta libertad entra en conflicto con los principios de la economía de mercado. Si la expresión realmente poseyera un valor tan alto, el mercado terminaría por ponerle precio, lo que podría tender a que las clases más adineradas tuvieran una mayor influencia y promovieran libremente ideas en su propio beneficio. Autores como Anya Schiffrin exploran este fenómeno en su libro Media Capture, destacando cómo el poder financiero puede distorsionar el acceso equitativo al discurso público. Según explica la autora en la citada entrevista “Comprender el poder que tienen estas grandes empresas y pensar en formas de regularlas es parte de la razón por la que Media Capture es oportuno y demasiado relevante.”
Al elevar la libertad de expresión a un principio sagrado e intocable, se está interfiriendo artificialmente en el funcionamiento del mercado de opiniones. Según los principios de la economía de mercado, el mercado de la opinión se desplazaría hacia operaciones clandestinas, estableciendo precios secretos mucho más elevados.
Es decir, libros como Media Captura explican que las dos normas veneradas por Estados Unidos—la libertad de expresión y los principios del mercado—son, en la práctica, incompatibles. Los medios de comunicación, que tienen el poder de establecer los precios de la expresión, buscarán inevitablemente maximizar sus beneficios.
El sociólogo alemán del siglo XIX Max Weber introdujo el concepto de “desencantamiento”, refiriéndose al progreso de la sociedad moderna por eliminar los elementos místicos y sobrenaturales de la sociedad tradicional, despojándolos de su sacralidad para reorganizar las actividades sociales de una manera racional y científica.
Las elecciones de 2024 en Estados Unidos, como un componente crucial de este proceso de “desencantamiento”, podrían marcar un evento histórico, del cual estamos siendo testigos.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.