"Aumenta a 17 el número de muertos por avionazo"
MÉXICO (UNIV)._ Discreta, con la figura ligeramente encorvada, cubierta con un abrigo negro y el cabello sobre un lado de la cara, Margarita Zavala, esposa del presidente Felipe Calderón, entró al salón donde velaban el cuerpo de Rodrigo García Álvarez del Castillo, víctima 17 del accidente del avión Learjet 45 de Gobernación.
Quince horas después de comenzar la velación de cuerpo presente, los amplios salones lucían llenos, incluso, durante la madrugada fueron insuficientes para recibir a amigos, familiares, conocidos, por lo que Zavala tuvo que zigzaguear para plantarse frente a Joaquín y Guadalupe, padres de Rodrigo a dar el pésame.
Tras los abrazos, disculpó al Presidente Calderón por su ausencia, ofreció su apoyo en "esa difícil situación", por lo que ambos asintieron y solamente agradecieron su presencia.
Para ellos, los trámites comenzaron 75 días atrás, desde que Rodrigo estuvo en el mismo lugar donde cayó la aeronave que transportaba a Juan Camilo Mouriño.
Seis hospitales y el deceso en el hospital Presbiteriano de Nueva York, por la complicación de una neumonía el 13 de enero, terminaron este viernes con una misa matutina en la Parroquia de Santa Cruz de la Herradura, donde decenas de personas acudieron con veladoras blancas para caminar y alumbrar a "Rod".
Atrás quedaron las peticiones urgentes para solicitar sangre, de cualquier tipo para Rodrigo, el medicamento que estaba a horas del hospital y de la indemnización a los afectados por la aeronave, situaciones de las que nadie quiso hablar, porque "no es el momento".
Sus padres tampoco comentaron del cerro de trámites que tuvieron que llevar a cabo para cruzar la frontera con el cuerpo de su hijo, lo que retrasó las exequias por unas 20 horas.
"Solamente es tiempo de darme cuenta del apoyo recibido", dijo su padre antes de la homilía.
Muchos de los donadores de sangre acudieron al Panteón Francés, incluido Moisés Landeros, el vendedor de zapatos que lo rescató ese 4 de noviembre para llevarlo a un hospital.
Durante la madrugada, la madre de Rodrigo cumplió una última petición: se acercó a Moisés, lo tomó de la mano y lo llevó hasta el féretro y abrió la tapa para que lo viera, después la cerró. Nadie más lo vio.
Moisés montó una guardia, escuchó palabras de agradecimiento de los familiares de Rodrigo y luego de escribir unas palabras en el libro de recuerdos, se derrumbó llorando.
"Hola, no me conocen, soy Moisés quien ayudó a Rod. Gracias por ser parte de ti", garabateó en la hoja donde anotó su número celular.
Al igual que lo hizo con Víctor Altamirano, otra de las víctimas que fallecieron posteriormente, Zavala se presentó en el funeral para dar sus condolencias. Llegó a las 11:30 de la mañana, preguntó sobre los trámites, recordó que Jimena, su colaboradora estuvo unas horas durante la madrugada, recibió saludos, ninguna petición, solamente el compromiso de intercambiar llamadas y correos.
Dos personas la alcanzaron cuando se dirigía a la salida, le pidieron sus datos, pero distante de su equipo, la primera dama no llevaba dónde ni con qué anotar, por lo que se regresó unos pasos para pedir pluma y papel a su jefe de seguridad, quien solamente se tocó la cacha de la pistola por entre sus ropas.
Tras varios intentos fallidos, un hombre que acababa de cerrar un negocio por celular, le extendió una Mont Blank de manera mecánica. Luego de anotar los datos, algunas dolientes se ofrecieron a acompañarla pero amable, se negó porque estaba a punto de comenzar la misa previa a la cremación.
Una camioneta llegó por ella a la entrada y media hora después de su arribo, desapareció casi en el anonimato, ya que minutos después algunos de familiares y amigos seguían corroborando su asistencia en voz alta.
Zavala ya no escuchó las palabras del sacerdote, ni la canción Antes que nos olviden, de Jaguares, cantado a dúo por sus familiares: "Antes que nos olviden, haremos historia, no andaremos de rodillas; el alma no tiene la culpa (
) Aunque tú me olvides, te pondré un altar de veladoras, y en cada una pondré tu nombre y cuidaré tu alma".
LA TRAGEDIA
El 4 de noviembre del año pasado el avión Learjet 45 en el que viajara el entonces Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, se desplomó en las calles de la Ciudad de México. El saldo fatal del accidente aumentó a 17 muertos, después de la muerte de Rodrigo García Álvarez del Castillo.