"CD. JUÁREZ: Con olor a sangre"
Patricia Dávila/APRO
La indignación es el sentimiento que impera en Ciudad Juárez por la masacre de un grupo de jóvenes en la colonia Salvarcar. Y lo es porque el Presidente Calderón dio por hecho que se trató de un enfrentamiento entre delincuentes; porque el Gobernador José Reyes Baeza visitó a los deudos tan sólo para tomarse la foto, y porque el Secretario de Seguridad Pública estatal abandonó la investigación del caso para lanzarse como precandidato a la Alcaldía
Patricia Dávila/APRO
CIUDAD JUÁREZ._ Según el diagnóstico Incidencia delictiva de Ciudad Juárez, marcado como "confidencial" por la Dirección de Política Criminal y Estadística de la Secretaría de Seguridad Pública de Chihuahua, todo el centro y las principales avenidas de Ciudad Juárez prácticamente están en manos del crimen organizado.
El reporte fue elaborado bajo la gestión del entonces secretario Víctor Valencia de los Santos, quien unas horas después de la masacre de 16 personas en la colonia Villas de Salvarcar, que aparece en el citado análisis como una de las zonas más violentas, renunció a su cargo para contender en la elección interna del PRI por la presidencia de este mismo municipio.
Los pormenores de la masacre de los jóvenes juarenses, que no estaban en un centro de rehabilitación sino en la casa de uno de ellos y con la aprobación de sus padres, muestra que por terribles que sean las cifras, siempre son más aterradoras las historias que las resumen.
Brenda Escamilla tenía 17 años cuando concluyó el sexto semestre en el Centro de Bachillerato Tecnológico Industrial y de Servicios Cebtis 128 y era alumna destacada del grupo de ecología. Quería ser doctora.
El sábado 30 de enero se reunió con un grupo de amigos en la casa de la calle Villa del Portal 1308, colonia Villas de Salvarcar, para celebrar el cumpleaños de Jesús Enríquez, uno de sus compañeros de estudios. Con Brenda fue Rodrigo Cadena, su novio, de la misma escuela, que era buen estudiante y, dicen, un excelente jugador de Los Jaguares, el equipo de futbol americano de la Liga Juvenil AA.
En la fiestecita todo iba bien. Había música, carne asada, botanas y refrescos.
A las 11:30 de la noche, el señor Jaime Rosales salió de su casa, ubicada en el 1311, enfrente de donde los jóvenes festejaban. Iba a meter su auto cuando vio que varias camionetas se atravesaron para cerrar la calle y de ellas bajaron hombres armados. Le dijo a su esposa que no saliera para nada y corrió al 1308 porque su hijo estaba en la fiesta. Ya estaba cerca de él, cuando los sicarios dispararon. Lo acribillaron por la espalda. Murió, pero logró salvar a su hijo.
En unos cuantos segundos murieron 15 personas. Diez quedaron heridas. Atropellados relatos, como el de Luz María Dávila, dan forma a la historia:
"Una semana antes, Marcos, mi hijo mayor, me platicó que estaba organizando el festejo de su amigo Jesús. El día de la fiesta me dijo: 'Mamá, me voy a rasurar para irme'. Le dije que para qué se arreglaba tanto y me contestó que iban a invitar a unas amigas. Compraron carne para asar. Se fue a las ocho de la noche. Lo acompañó su hermano menor, José Luis. Siempre andaban juntos. Yo me puse a ver tele para esperarlos. Era mi costumbre. ¡Ninguno lo presentimos!".
Marcos tenía 19 años, cursaba el tercer semestre de la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Chihuahua, en Ciudad Juárez. José Luis, de 16, acudía al Colegio de Bachilleres 9.
Ahora, mientras vela el cuerpo de Marcos y espera la llegada de su hermano, Luz María sigue recordando:
"Oí balazos. Salí corriendo. En la calle la gente gritaba. De pronto alguien decía: '¡Ahí vienen otra vez!', y nos agachábamos debajo de un carro. Cuando entré a la casa, al primero que encontré fue al grande, boca abajo. Muerto
Más adelante vi a mi otro niño: aún respiraba. Mi esposo lo cargó y en la camioneta lo llevamos a la Clínica 66 del IMSS, pero no quisieron atenderlo y nos mandaron a la 35. Al día siguiente falleció".
Pese a las llamadas telefónicas, nunca llegaron ambulancias. Padres y vecinos trasladaron en sus autos a los sobrevivientes. En Ciudad Juárez, invadida por 10 mil efectivos, entre militares, policías federales, estatales y municipales, ninguno de ellos acudió para ayudar a los atacados o para perseguir a los asesinos. Los soldados sólo se presentaron 60 minutos después para acordonar la zona.
Para las 12:30 ya la gente se había llevado a sus heridos. Los diez que sobrevivieron aún están entre la vida y la muerte. Los fallecidos fueron sepultados con tristeza e indignación.
El miércoles 3, cuando las familias se disponían a sepultar a ocho de los jóvenes, el gobernador José Reyes Baeza acudió a darles el pésame. Ahí, a gritos, le exigieron justicia. "¡El que agarraron, el que dicen que es el asesino, no lo es!", se desgarraba la garganta Patricia Dávila, tía de Marcos y Luis Piña Dávila, "¡Queremos a los culpables! ¡Si no pueden, pidan ayuda al gobierno de Estados Unidos!". También le dijo al Mandatario que las armas descritas por el detenido José Dolores Arroyo no concuerdan con las que usaron los asesinos el 30 de enero.
La lluvia, el viento, el frío, no alcanzaban a distraer de su dolor a los padres, los hermanos y los amigos, que lloraban frente a la hilera de ataúdes metálicos y grises. Como homenaje, los muertos recibieron rosas blancas y rojas, alguna corona.
Brenda fue enterrada con la canción "Te vas, ángel mío". Ella, igual que su novio Rodrigo y otro jugador de futbol americano, Carlos Medrano, antes de ser llevados al cementerio recorrieron en hombros de sus compañeros el enlodado campo donde entrenaban cada mañana. El entrenador animaba: "¡Este juego aún no termina, muchachos!", y sus padres les daban indicaciones como en sus mejores partidos.
Las porras de directivos, maestros y alumnos para Los Jaguares resonaron en la escuela. Ni el 62 de Rodrigo ni el 12 de Carlos se volverán a asignar en el equipo; los últimos jerseys con esos números se les entregaron a sus familiares.
Al final del sepelio se soltaron cientos de globos blancos que llevaban reclamos estudiantiles escritos con plumón negro: "¡Queremos paz!", "¡Queremos justicia!" También frases de despedida: "Los vamos a extrañar", "son los mejores".
Se referían a los estudiantes Rodrigo Cadena, de 17 años; Carlos Lucio Moreno, de 18; Brenda Ivonne Escamilla Pedroza, de 17; José Adrián Encina Hernández, de 17; Horacio Alberto Soto Camargo, de 19; Jesús Armando Segovia Ortiz, de 15; José Luis Aguilar Camargo, de 19; Marcos y José Luis Piña Dávila, de 19 y 16, respectivamente; y Juan Carlos Medrano, de 17.
Con ellos perdieron la vida los adultos Eduardo Becerra, Edgar Martín Díaz Macías, Jaime Rosales Cisneros, Manuel Hernández y Jesús Enríquez Miramontes. En la calle Villa del Portal aún hay olor a sangre. Pero huele peor la impunidad.
El plan de "La Línea"
Después de perder a los jóvenes, sus familias tuvieron que aguantar las declaraciones del Presidente Felipe Calderón, quien desde Tokio, Japón, la mañana del martes 2 dejó entrever que las víctimas pertenecían a una banda delictiva: "Se trata de un ajuste de cuentas entre pandillas", aseguró, antes de cualquier investigación.
Horas más tarde, en la guarnición de la Quinta Zona Militar, la procuradora de Justicia del estado, Patricia González Rodríguez, y el encargado del Operativo Conjunto Chihuahua, Felipe de Jesús Espitia, presentaron a los medios de comunicación a José Dolores Arroyo Chavarría como uno de los "vinculados" con la masacre.
Durante el interrogatorio ante el agente del Ministerio Público federal, el detenido admitió que pertenece a la organización La Línea, brazo armado del cártel de Juárez. Declaró que, por instrucciones de El 10 o El Diego, acudieron a Villas de Salvarcar porque uno de sus "chavos", vecino de la colonia, lo llamó para decirle que había una fiesta de puros doblados (una banda conocida como Doble A o Artistas Asesinos).
El Diego fue identificado como José Antonio Acosta Hernández, originario de la ciudad de Chihuahua. Según El Heraldo de Chihuahua, este cabecilla ocupó el cargo de agente B de la Policía Ministerial Investigadora desde el 1 de mayo de 1999 hasta su renuncia, el 19 de octubre de 2007.
En la declaración ministerial de Arroyo Chavarría se lee: "El 30 de enero de 2010 recibió por teléfono la instrucción de su jefe Ramón, de apodo El Rama (Adrián Ramírez), de presentarse en la bolería de Plaza Juárez. Al llegar, se encuentra con su jefe El Rama y los integrantes del grupo que conoce por los apodos: 15, 16, 18, 26, 27, El 24, El 28, El 30, El 32 y El 37".
El Rama les informó que iban a "trabajar" a unos doblados que estaban en una fiesta en Villas de Salvarcar. Para ello pidió apoyo a la célula que dirige El 51, quien proporcionó a los sicarios y unos vehículos. Luego lo interroga el MP:
¿Qué iban a hacer?
A ejecutarlos.
¿Por qué los iban a ejecutar?
Porque eran doblados.
¿Para quién trabajan Los Doblados?
Para El Chapo, señor.
¿Quién les dio ese jale?
Un trabajador, El 10.
¿Quién lo autoriza?
El 51 lo apoyó.
¿Quién es El 10?
El Diego, nada más así lo conozco. Es el jefe de la plaza.
¿A cuántos ejecutaron ahí?
Supe que eran 14. No supe más.
¿Quién te avisa?
El 12.
¿Al terminar qué te dicen?
Que ya me abra, que ya habían terminado.
Arroyo Chavarría reveló que antes de la matanza un vehículo peinó la zona de Villas de Salvarcar para comprobar que no hubiera policías ni militares en las inmediaciones. También dijo que otro halcón (vigilante), a quien se refirió como El 15, fue apostado en un libramiento por donde está un Smart.
Indignación y pavor
En varios sectores de la sociedad juarense causaron indignación las declaraciones de Felipe Calderón desde Tokio y la confesión de Arroyo Chavarría.
El Obispo de Juárez, Renato Ascencio León, oró junto a los féretros y dio la condolencia de la Iglesia católica a la familia de cada uno de los jóvenes asesinados. Proceso lo entrevista el martes 2 al medio día.
Felipe Calderón atribuyó el asesinato de los jóvenes a una venganza entre pandillas rivales. Ello implica que los estudiantes estaban involucrados en actividades ilícitas
plantea la reportera.
Con todo el respeto que me merece, con todo y que sea el Presidente, ¿cómo es posible? No puede dar una declaración de esa naturaleza cuando ni siquiera está en el país. ¡Eso es una mentira en relación a quienes murieron!
¿Se ha dejado crecer a uno de los cárteles?
Yo no me meto en eso. Para mí, todos son hijos de Dios. Pregúntele al señor presidente por qué permitió que eso sucediera. Yo no sé de cárteles; yo sé que en Ciudad Juárez hay exceso de violencia.
Esa misma la noche el Obispo celebró una misa por los muchachos asesinados, frente a sus domicilios, en un altar que improvisó sobre una camioneta. Esa noche y la siguiente la calle de la tragedia se convirtió en un velatorio con fogatas, música y mucha gente que rezaba y lloraba.
El Obispo pidió a las familias que realizaran gestiones para construir un templo, que deberá denominarse "de la Sangre Derramada", en un predio del municipio, cercano al lugar del crimen.
Para la luchadora social Cipriana Jurado, no es creíble la declaración de Arroyo Chavarría sobre su participación:
"Primero, porque el lugar en donde el halcón estaba vigilando está muy lejos de la colonia, y los que conocemos la zona sabemos que un convoy militar o de la policía podía entrar por cualquier otra área. Segundo, es medio inverosímil lo que dice que iban a ejecutar a Artistas Asesinos. Los jóvenes sí pertenecían a la AA, pero a la Liga 'doble A' de futbol americano, no como nos lo quieren hacer creer las autoridades. Estamos en contra de que se siga criminalizando a las víctimas por falta de una investigación seria y confiable. La impunidad que estamos viviendo es responsabilidad de los tres niveles de gobierno".
Hasta el cierre de esta edición, el único indicio que las autoridades tenían para relacionar a las víctimas con alguna banda delictiva es la foto de una pistola, supuestamente encontrada en el celular de uno de los fallecidos, aseguró el alcalde de Ciudad Juárez, José Reyes Ferriz.
No obstante, el miércoles 10 por la noche, Juan Manuel Alcántar Anguiano, de 20 años; Francisco Javier Perea García, de 16; Alejandro López, de 15; y Juan Carlos Villalobos, de 18, que asistieron a la trágica fiesta, fueron levantados con violencia por hombres armados y encapuchados, que los subieron a camionetas de modelo reciente. Sus familiares denunciaron el secuestro en la Suprocuraduría de Juárez, pero los jóvenes permanecieron ilocalizables cerca de 12 horas.
La mañana del jueves, la subprocuraduría dio a conocer que ya se encontraban en sus casas. No obstante, la reportera intentó localizarlos y encontró sus viviendas abandonadas. Incluso, personal de Atención a Víctimas adscrito a la Procuraduría General de la República, que esa mañana pretendía auxiliar a las familias de los jóvenes, ya no encontraron en sus hogares a esas ni a otras familias afectadas.
EL CRIMEN
La violencia se desborda en Ciudad Juárez:
Son marcadas como territorio peligroso las áreas como Casas Grandes, Margaritas, Bella Vista, Chamizal, Zaragoza, Pronaf y Subcentro Urbano, Avenida Ejército Nacional y Avenida Tecnológico.
* En esa zona se registraron 221 ejecuciones, tan sólo del 15 al 21 de enero.
* Pero además, hubo 479 robos con violencia a locales comerciales, 155 robos sin violencia a establecimientos, 23 asaltos violentos a casas habitación, otros 225 sin violencia, 1,682 robos de autos
* Este desbordamiento de la delincuencia común se suma, inevitablemente, a la violencia y la inseguridad que aquí se vive por la delincuencia organizada.
*El martes 2, El Diario de Juárez dio a conocer que el día anterior el Gobierno de Estados Unidos había señalado, por segundo año consecutivo, que esta ciudad permanece bajo una "amenaza crítica" debido a la violencia derivada de la lucha en contra del narcotráfico.