"Entre el cielo y la tierra: Desastres extremos"
Durante 2012, México fue afectado por fenómenos naturales que provocaron varias muertes y causaron graves daños en diversas zonas de todo el País.
Una de esas catástrofes fue lo que las autoridades catalogaron como la peor sequía en siete décadas, pasando por fenómenos ciclónicos que dejaron graves pérdidas por inundaciones y daños a la infraestructura.
También hubo fuertes temblores que reavivaron el recuerdo de la tragedia vivida en 1985.
Considerada como la peor sequía de México en 70 años, las autoridades calcularon, pérdidas financieras en la producción agrícola por más de 16 mil millones de pesos.
La prolongada sequía afectó a un 70 por ciento del territorio nacional y redujo drásticamente la agricultura de Coahuila, Aguascalientes, San Luis Potosí, Sonora, Tamaulipas, Zacatecas y Durango.
Las pérdidas se contabilizaron en 9 mil millones de pesos en cultivos de maíz y 6 mil millones de pesos en frijoles, entre otros.
Ante la muerte de miles cabezas de ganado por deshidratación y para enfrentar la crisis económica, los productores se vieron obligados a vender sus animales.
Por el contrario, a la falta de agua en esas extensas regiones, en otras zonas se vivieron momentos de angustia ante el azote de tormentas y ciclones que llevaron destrucción y muerte.
Para el 15 de junio, "Carlota" tocó tierra en Puerto Escondido, Oaxaca, como huracán de categoría 1, para evolucionar a la categoría 2 con vientos de 170 kilómetros por hora.
Oaxaca registró más de 29 mil casas dañadas y 33 comunidades, entre ellas la comunidad de La Ventanilla, donde las reservas naturales de manglares y la Isla de los Cocodrilos resultaron fuertemente dañadas.
La Secretaría de Economía anunció apoyos por 170 millones de pesos para pequeños y medianos empresarios que resultaron afectados.
Le siguió el huracán Ernesto, que el 16 de agosto causó la muerte de 12 personas en el sureste de México.
Las autoridades contabilizaron 188 municipios en estado de emergencia por el paso de "Ernesto" en los estados de Veracruz, Chiapas, Quintana Roo, Guerrero y Tabasco.
El huracán Míriam pasó muy cerca de Cabo San Lucas el 25 de septiembre, con fuertes vientos y marea alta, mantuvo en alerta por varios días a Baja California Sur, se cerró la navegación por la marejada hacia el lado del Pacífico debido a que el huracán alcanzó la categoría 2, y eso sin tocar tierra.
No fue lo mismo con el huracán Paul, que el 17 de octubre tocó tierra en Baja California Sur en categoría 3, dañando caminos.
Pobladores de la comunidad de Comondú fueron trasladados a albergues y cuatro poblados sufrieron inundaciones y afectaciones en el servicio de energía eléctrica y deslaves en carreteras.
A la temporada de huracanes la alcanzó el advenimiento del otoño-invierno con la primera granizada de la temporada en Zacatecas el 31 de octubre.
Autoridades calculan que al menos unas 4 mil familias resultaron afectadas.
Además el resultado en pérdidas en el agro fue de 5 mil hectáreas dañadas en cultivos de calabaza, chile y maíz en la zona norte y unas 15 comunidades dañadas en el municipio, entre ellas, Progreso, La Florida y Salanilla.
Y por si no fuera suficiente la furia de los cielos, la tierra mostró su actividad.
Un terremoto catalogado por su intensidad como el más fuerte de 2012, ocurrió el 20 de marzo, a las 12:02 horas, que con una intensidad de 7.8 grados sacudió el sur de México, avivando el recuerdo de la peor tragedia sísmica entre los habitantes de esa urbe, ocurrida en septiembre de 1985.
En la Ciudad de México, varios edificios registraron daños y parte de un puente cayó sobre un vehículo de transporte público, sin que se registrara la muerte de alguna persona.
El movimiento telúrico registró su epicentro en Ometepec, Guerrero, a 20 kilómetros de profundidad, el cual registró casi 90 réplicas en los días subsecuentes.
En Oaxaca se registraron dos víctimas mortales a consecuencia de ese fenómeno.
El 15 de noviembre un sismo de 6.1 grados sacudió durante la madrugada el sur de México provocando temor entre los habitantes que aún dormían en estados como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Estado de México y el Distrito Federal.