"Estudiantes en Nuevo León"
Arturo Rodríguez García
En el último semestre, cuando a manos del Ejército, el narcotráfico o sus sicarios han perdido la vida cinco estudiantes de nivel superior en Monterrey, el terror se ha instalado en la comunidad estudiantil de la capital de Nuevo León. Más de 60 estudiantes de Sinaloa y Sonora, todos del ITESM, tuvieron que ser transferidos a otros campus
MONTERREY._ La violencia desatada en los últimos seis meses ha cobrado aquí la vida de cinco estudiantes de nivel universitario.
El caso más reciente ocurrió el miércoles 6 de octubre, cuando la joven Lucila Quintanilla Ocaña, de 21 años, estudiante de la Facultad de Artes Visuales de la Universidad Autónoma de Nuevo León, UANL, fue asesinada a tiros en el centro de Monterrey.
Ese día, alrededor de las 19:00 horas, una camioneta Nissan Armada arribó al cruce de la avenida Benito Juárez con el paseo peatonal Morelos, un sitio que, además de ser el corazón comercial del centro de Monterrey, se encontraba abarrotado porque es parada del transporte público.
Según la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León, PGJNL, dos sicarios bajaron del vehículo e intentaron matar a tiros al celador del penal de Topochico, Onésimo González Ramírez, quien resultó herido pero logró escapar.
Los disparos de 9 milímetros se produjeron a lo largo de la cuadra comprendida entre Benito Juárez y Garibaldi, donde hubo personas con desmayos y ataques de histeria, cuatro heridos de bala y una muerta: Lucila Quintanilla.
De acuerdo con el Rector de la UANL, Jesús Áncer Rodríguez, la joven era estudiante del octavo semestre de la Facultad de Artes Visuales y destacaba por su excelente promedio.
El Gobernador Rodrigo Medina lamentó el incidente un día después y anunció, por primera vez luego de que otros cuatro universitarios fueron asesinados en el último semestre, una recompensa para lograr la localización de los tiradores, por un monto apenas superior a los 200 mil pesos.
Y como ha ocurrido con otros hechos de sangre, el Gabinete de seguridad advirtió que se investiga a varios agentes ministeriales que podrían estar implicados en los hechos.
Duelo en el campus
Fotografías, muñecos de peluche, veladoras, cartas y toda clase de objetos aparecen ahora en fachadas y patios escolares como expresión de duelo universitario por los crímenes ocurridos en Monterrey.
Además, los universitarios han salido a marchar por las calles exigiendo justicia y han hecho propuestas de reformas legales y de políticas públicas ante el clima de inseguridad. El jueves 7 realizaron una protesta con veladoras en mano para repudiar el asesinato de Lucila Quintanilla.
Lo mismo en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, ITESM, que en las Facultades de Sicología y de Artes Visuales de la UANL, los alumnos han llorado al pie de las ofrendas, repletas de objetos infantiles, a sus amigos y condiscípulos caídos.
Las fotografías de Jorge Antonio Mercado Alonso y Víctor Hugo Arredondo Verdugo permanecen en un pedestal colocado en el Patio de las Carreras, del campus matriz del ITESM. Ambos estudiantes, presuntamente torturados, fueron acribillados el 19 de marzo de este año durante un enfrentamiento entre integrantes de un grupo delictivo y militares que hasta ahora no han podido disipar las dudas sobre su presunta participación en el crimen.
A unos pasos del pedestal con las fotografías de los posgraduados abatidos se yergue la estatua de Eugenio Garza Sada, el líder empresarial asesinado a balazos durante un intento de secuestro atribuido oficialmente a la Liga Comunista el 23 de septiembre en 1973.
El 12 de agosto, varios meses después de que el Rector del ITESM, Rafael Rangel Sostmann, pidió el esclarecimiento de las muertes de Mercado y Arredondo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos emitió la recomendación 45/2010.
En este documento la CNDH establece que, según los informes militares a los que tuvo acceso, que, por cierto, se obtuvieron con trabas, la escena del crimen fue alterada por los soldados, quienes violaron los derechos de los estudiantes a la legalidad, a la seguridad jurídica, al trato digno, a la información y al debido proceso.
Desde la Secretaría de la Defensa Nacional, Sedena, el General Guillermo Moreno Serrano, comandante de la Cuarta Región Militar, expresó que en el Ejército "no somos verdugos ni ultimamos gente". Luego, la Sedena comunicó que aceptaba la recomendación, pero precisó que aclararía lo relativo a la alteración de la escena del crimen.
Hasta ahora no se sabe si fueron militares los que dispararon a los jóvenes, ni el motivo por el cual las evidencias fueron alteradas. La madre de Jorge Antonio Mercado Alonso sigue creyendo que su hijo fue torturado.
Homicidios baratos
Otro caso, ocurrido el 20 de abril, es el de Víctor Castro Santillán, estudiante de sicología de la UNAM que cursaba un semestre de intercambio en la UANL cuando fue asesinado a golpes, presuntamente por órdenes de Marcelo Laguardia Dávila, hijo del empresario hotelero y político panista Alfonso Laguardia, por un asunto de celos.
El homicida habría pactado con una supuesta célula de "Los Zetas" el pago de 6 mil pesos para que asesinaran a Castro Santillán, según dijo en su declaración preparatoria. El móvil: este joven había sido causa de que Laguardia se distanciara de la francesa Justine Pessard, de quien se había enamorado y a quien convenció de hacer un intercambio académico en la UANL.
Según el Procurador de Justicia, Alejandro Garza y Garza, Marcelo Laguardia pretendía matar a otro estudiante, a quien identificó como Rogelio, también por pretender a su ex novia francesa. A cambio del asesinato de los dos estudiantes de sicología le cobrarían 8 mil pesos, pero como no completaba la cantidad decidió pagar sólo por el crimen de Víctor: los 6 mil pesos con un adelanto de 2 mil.
En entrevista con Proceso, Vicente Castro, padre del joven muerto, asegura que hay más implicados entre el alumnado de la Facultad de Sicología, donde, por cierto, el autor intelectual del crimen habría estado realizando consultas y conduciendo terapias sicológicas cuando mandó liquidar a Víctor.
"Me alarma", dice al reportero, "que en la UANL no tengan un mínimo de filtros para detectar conductas anormales y que hasta les den pacientes. Pero, sobre todo, me abruma lo que vale la vida en este País: que cualquier muchacho con 2 mil pesos pueda privar de la vida a alguien es aterrador".
Los padres de Víctor desconfían de la indagatoria oficial y temen que el caso pueda desvanecerse por errores de la Fiscalía o las influencias de la familia Laguardia, además de que lamentan la indiferencia que respecto al caso ha mantenido, afirma, el Rector Áncer.
El silencio institucional
No es éste el único crimen por el que Áncer ha guardado silencio. El 2 de mayo pasado, Jesús Mario Villarreal Rodríguez, de 23 años, salió de su casa en la colonia Rincón de la Primavera para dirigirse a la UANL, donde estudiaba arquitectura, y avisó que posteriormente visitaría a su novia.
Sin que se le conocieran rencillas ni enemistades, fue levantado por un comando.
Su cadáver apareció el 13 de mayo en un paraje de Santiago, Nuevo León, con huellas de tortura y 20 puñaladas.
Al Rector de la UANL el caso no le mereció comentario alguno. Ni tampoco a la PGJNL, que luego de dar a conocer el crimen no ha vuelto a informar sobre indagatoria alguna al respecto.
No fue sino hasta la muerte de Lucila Quintanilla, también estudiante de excelencia, al igual que Víctor Castro, Víctor Hugo Arredondo y Jorge Antonio Mercado, cuando Áncer Rodríguez condenó los hechos, pero siempre excluyendo a las autoridades estatales de responsabilidad por la inseguridad.
En septiembre, un número indeterminado de estudiantes del ITESM, originarios de Sinaloa y Sonora, fueron levantados y torturados por comandos. Aunque no se sabe si sus familias tuvieron que pagar un rescate, los muchachos fueron forzados a dar información sobre determinadas familias del noroeste mexicano.
El ITESM admitió que 61 estudiantes de Sinaloa y Sonora tuvieron que ser transferidos a otros campus, luego de los informes de secuestros de estudiantes del noroeste. Aunque no abundó en la información, el Rector del campus Monterrey, Alberto Bustani, anunció una serie de medidas de seguridad que fueron iniciadas el 5 de octubre, cuando un tiroteo entre grupos criminales aterrorizó, en plena hora pico, a los habitantes del sur de la ciudad.
El ITESM activó sus protocolos de seguridad, aunque la balacera se registró a unos dos kilómetros, en el Cerro de La Campana, una de las zonas más violentas de la región. Este tipo de mecanismos, que prevén atrincheramiento de estudiantes y bloqueo de accesos a los campus, se han activado también en la Universidad de Monterrey al menos en dos ocasiones, cuando elementos de la Marina y el Ejército han desplegado operativos y hasta incursionado en el campus.
El estudiante del ITESM René Argüelles, uno de los universitarios que integraron un frente de activismo tras el crimen de sus dos compañeros en marzo, afirma:
"La violencia nos ha impactado. Nadie estaba preparado, y aquí veíamos la violencia como algo distante, lejano, que no nos iba a alcanzar. Hoy, los hábitos universitarios han cambiado; muchos no quieren salir en automóvil, sólo acuden a lugares cercanos al campus y, como los compañeros de Sonora y Sinaloa, muchos estudiantes foráneos están pensando en abandonar el semestre", enfatizó.
"... Pero, sobre todo, me abruma lo que vale la vida en este País: que cualquier muchacho con 2 mil pesos pueda privar de la vida a alguien es aterrador".
Vicente Castro
Padre de joven asesinado
"La violencia nos ha impactado. Nadie estaba preparado, y aquí veíamos la violencia como algo distante, lejano, que no nos iba a alcanzar. Hoy, los hábitos universitarios han cambiado".
René Argüelles
Estudiante del ITESM
"Muchos no quieren salir en automóvil, sólo acuden a lugares cercanos al campus y, como los compañeros de Sonora y Sinaloa, muchos estudiantes foráneos están pensando en abandonar el semestre".
René Argüelles
Estudiante del ITESM