"Milagros: Rezos en el quirófano"
Natalia Gómez Quintero/UNIV
No son religiosos o laicos católicos ciento por ciento practicantes, pero los tres coinciden: en nuestro trabajo intervienen las manos de Dios. Han estado apegados a la ciencia la mayor parte de su vida pero no abandonan su espiritualidad y, más aún, en momentos críticos de su práctica profesional, recurren a ella de forma invariable.
Ellos son médicos cirujanos, inmersos día a día en hospitales y quirófanos, entre decisiones de vida y el trato con pacientes que los exponen a situaciones límite, en las que las oraciones y auxilio divino se hacen presentes.
"Nosotros, así como cualquier otro ser humano, somos instrumentos de Dios", comenta Miguel Ángel Mercado Díaz, director de Cirugía del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
"El milagro puede consistir en que no opere a la persona no obstante el cuadro con el que llega. Y en caso de necesitar la operación, el milagro consiste en que todo vaya bien. Tenemos el control de la técnica, pero sabemos que hay límites en lo humano y entonces hay que atenerse a la voluntad de Dios", dice.
Por ello, antes de iniciar algún procedimiento, Miguel Ángel Mercado reza. "Tengo el conocimiento para operar gracias a Dios; además, él fue el que me permitió estudiar", reflexiona el galeno.
En su vida profesional, Mercado Díaz, quien es especialista hepato pancreato biliar, ha llevado a cabo 5 mil 300 operaciones hasta el 31 de diciembre de 2009. Esta práctica, dice él, le ha dado la confianza y seguridad en su desempeño.
El galeno, quien realizó su posgrado en cirugía de hígado en Alemania, explica que los pacientes son personas que tienen una historia y que poseen una vida espiritual y "eso es un asunto que no puede obviarse", afirma.
El médico recuerda un caso muy especial. "No acostumbro a hacer consultas a domicilio, pero unos vecinos me convencieron de que fuera a ver a su hijo. Encontré al muchacho con su abdomen abierto, con sondas y fístulas intestinales y biliares; lo traje al instituto y le reconstruí el esófago, el tubo digestivo y parte del colon durante una operación que duró muchas horas. Hoy vive y es mi mejor amigo. Hubo mucha espiritualidad en este proceso".
¿Cuestión divina?
"¿Ése fue un milagro o no lo fue? No lo sé, pero fue un caso difícil. A nosotros se nos puede atribuir un papel de Dios, pero creo que no podemos decidir sobre la vida de los otros. Lo cierto es que hay que diferenciar dos casos: cuando el médico se equivoca y provoca la muere de la persona, y cuando formamos parte de un proceso que iba a ocurrir, es decir, cuando el paciente fallece".
"No podemos quitarnos responsabilidad de una negligencia y atribuírsela a Dios, pero seguramente hemos tenido casos en los que hemos hecho lo humanamente posible, recurriendo a la técnica perfecta y al final el paciente perece. Eso ya no estuvo en nuestras manos", reflexiona Mercado Díaz.
Durante la estancia en quirófano pueden aparecer situaciones inusuales que parecieran complicar la operación. Ante ello, Adrián Carbajal, quien tiene subespecialidades en cirugía endoscópica y robótica, reconoce que alcanzar la tranquilidad y actuar en esos momentos de tensión se logra con la disciplina del procedimiento, pero también con la paz interior que da el contacto con Dios.
Carbajal, quien es médico militar retirado, con el grado de Teniente Coronel, comenta que en esos momentos que pudieran parecer fuera de control, invoca a Jesús. "Cada que opero me preparo para la guerra, estudio al paciente, comparo procedimientos, reviso los escenarios posibles. Bien sé que debo ayudarme para que Dios me ayude".
Espiritualidad en la consulta
La mística está presente. Nunca se mencionará en los libros de medicina y pocas veces se comentará de manera abierta en los pasillos de los hospitales. "No aparece en los partes médicos ni en manuales científicos, y son sensaciones que uno percibe en el camino, y que soportamos con la espiritualidad. No conozco a un solo médico que sea de hielo. Al menos todos hemos sentido miedo ante la muerte", asegura Carbajal.
"Tal vez puedas escuchar: 'durante la operación se me apareció el chamuco', cuando alguien quiere decir que se complicaron las cosas, pero es una broma".
Carbajal no cree en el diablo. "Satanás es el nombre que le hemos puesto al miedo, a los errores humanos". También es frecuente establecer una relación singular con los familiares del paciente, basada en las creencias religiosas.
"Al traer a sus enfermos, los parientes me preguntan: 'doctor, ¿en qué puedo ayudarle? Simplemente les digo que recen, que piensen positivo, que yo les avisaré cuando sea la hora de llorar. Se crea entonces una energía favorable cuando afuera del quirófano mucha gente está haciendo oraciones".
Un paciente desahuciado llegó a las manos de Carbajal cuando ya había recibido los santos óleos. Llevaba tres operaciones de colon sin resultados positivos y los médicos le dijeron a su familia: "Llévenselo a casa a morir". No llegó a su hogar sino a otro hospital donde fue operado por cuarta ocasión. Después de 11 días, ya estaba recuperándose en casa.
"¿Quién es el responsable de esos buenos resultados? Creo que fue una mezcla de factores. Rezamos para que Dios cuide nuestras manos, pero también influye mucho nuestro estudio del paciente", dice el doctor Carbajal. Afuera del quirófano de la Torre Médica donde él opera, un crucifijo cuelga en la entrada.
De cualquier forma, Carbajal, con más de 40 mil operaciones en su currículum y amplia experiencia en intervenciones con robots, siempre trae una cruz colgada en su cuello.
A pesar de que los médicos reconocen que en algunos momentos duros se han encomendado a Dios, son pudorosos para hablar del tema. A ellos les resulta incómodo hablar de su espiritualidad, se muestran recelosos para hablar del tema, pero al final se relajan y aceptan contar sus anécdotas.
Otras historias
"Gracias a Dios Salvador (Cabañas) está respondiendo", decía el neurocirujano Enrique Martínez Duhart, responsable de la operación del futbolista. Con esas palabras, además de informar sobre la mejoría del estado de salud del paraguayo que fue herido en un bar de la ciudad de México, el médico reveló que la religiosidad lo acompaña.
Más reservado que sus colegas para hablar del asunto es el doctor Jaime Nieto Zermeño, quien es subdirector de Asistencia Quirúrgica y director de Enseñanza y Desarrollo Académico del Hospital Infantil de México.
"Más que como un ritual, es una costumbre desear lo mejor a los colegas. Les dices que les vaya bien, les deseas suerte. Al final tú mismo puedes decir 'Dios, Virgen, ayúdame', o incluso 'Ay, mamacita, a ver cómo me va en la cirugía', esas ya son invocaciones".
Los escépticos
Nieto Zermeño, que ha participado en diversas separaciones de siameses, dice creer mucho más en su conocimiento y la preparación adecuada del equipo.
Para el tratamiento de sus pacientes, niños, dice que es básico decir siempre la verdad a sus padres.
"Hay que compartir la crisis con la familia, a la que incluso le pedimos orar por el paciente", señala.
A los casos que parecen perdidos, cuando los chicos estaban destinados a no salir de su estado crítico pero al final se salvan, el doctor Jaime Nieto Zermeño no se atreve a calificarlos como milagros, porque, dice, él no es "tan" creyente como para afirmar eso.
"La condición espiritual es inherente al ser humano, pero yo no le apuesto al fetichismos: nada de crucifijos ni de imágenes de vírgenes; fuera la superstición o el ritual" dice este médico y habla de él mismo en tercera persona: "Cuando Jaime Nieto está en cirugía siempre está la mano de Dios".