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"MOVILIZACIONES"

"Pisa y corre, estrategia de brigadas en el 68"

"Los jóvenes del 68 recurrían hasta al teatro en busca de la voluntad de la gente; pregonaban su inconformidad contra la cerrada clase gobernante de la época e intentaron, sin resultados, aglutinar a obreros y campesinos"
06/11/2015 10:38

    MÉXICO (UNIV)._ Eran como David contra Goliat. Cientos de jóvenes rápidos, de energía desbordante, facilidad de expresión, integrados en brigadas, montaban "mítines relámpago" en cruceros, plazas, salas de cines, fuera de mercados. Tan pronto informaban de su causa, repartían volantes y boteaban, desaparecían del alcance de policías y soldados.
    Los estudiantes de aquellas brigadas dejaron huella en mentes y corazones de mucha gente, que los recuerdan en acción, tensos, resueltos, inteligentes, con fuerza moral. Habían hallado la vía de contacto con el pueblo.
    El recuerdo de las brigadas del movimiento estudiantil humedece de orgullo los ojos de quienes estaban allí, hace 40 años, en el cruce de avenidas de la Torre Latinoamericana; en el cine Roble, a la espera de la proyección de una película; entre el gentío del mercado; en la Alameda Central.
    Con recursos teatrales, los jóvenes atraían la atención; uno recitaba un mensaje; otro recogía donativos en un bote-alcancía y algunos repartían papeles. Corriendo se ponían a salvo.
    Así fue como el Consejo Nacional de Huelga difundió sus peticiones y ganó apoyo a la paralización de la UNAM, IPN, Chapingo, Iberoamericana, Anáhuac, Normal Superior, Colegio de México y más.
    Pregonaban la inconformidad contra la cerrada clase gobernante de la época e intentaron, sin resultados, aglutinar a obreros y campesinos. El CNH representaba a 150 mil estudiantes y el 13 de agosto, desbordó el Zócalo, secundado por maestros y padres de familia.
    Los estudiantes que, una tras otra, habían sido culpados de la violencia y daños materiales ocurridos en las marchas anteriores, tuvieron ese día el control de la situación y hubo orden completo. Las tropas que los vigilaban quedaron achicadas por la multitud, la más grande, alegre, jubilosa, que llenó el Zócalo con protestas contra formas del autoritarismo de siempre. Nadie allí había visto eso.
    Había fracasado el bloqueo militar al tránsito interestatal de estudiantes, con el supuesto de impedir una gran manifestación. Era turno, pues, de las estrategias políticas a jugar por ambos lados, el CNH y el Gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, un Presidente que reunía en su mano los hilos del poder sexenal.
    Los días siguientes fueron de análisis de posibilidades de solución al conflicto: hasta se pensó en una reunión de líderes con el Presidente Díaz Ordaz. "Diálogo" fue el vocablo que alternó con los relámpagos de agosto.
    El rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, dialogó con quienes desde el gobierno defendían la razón del Estado, ajena a la edad y la experiencia política de los jóvenes.
    Barros Sierra, en sus "Conversaciones con Gastón García Cantú", lamentó que la Coalición de Maestros se condujo dentro de un ambiente que se formó con "profesores exaltados o estudiantes 'acelerados'" que produjeron "iniciativas insensatas y absurdas".
    ?La más cómoda y fácil actitud de muchos profesores fue convertirse en discípulos políticos de los estudiantes, le dijo García Cantú. Los estudiantes no tuvieron crítica para sus actos y eso dañó al movimiento, reflexionó el intelectual.
    ?Por supuesto que fue así, contestó Barros Sierra. El optimismo, euforia e inexperiencia llevaron a los estudiantes a tantos fracasos contra los muros infranqueables.
    Sin embargo, para Barros Sierra, el ejemplo moral de la juventud del 68, por mucho, era una gran lección. 

    Diálogos del Rector
    Javier Barros Sierra entabló comunicaciones con quienes desde el gobierno defendían la razón del Estado.
    En sus "Conversaciones con Gastón García Cantú", lamentó que la Coalición de Maestros se condujo dentro de un ambiente que se formó con "profesores exaltados o estudiantes 'acelerados'" que produjeron "iniciativas insensatas y absurdas".
    ?La más cómoda y fácil actitud de muchos profesores fue convertirse en discípulos políticos de los estudiantes, le dijo García Cantú. Los estudiantes no tuvieron crítica para sus actos y eso dañó al movimiento,
    ?Por supuesto que fue así, contestó Barros Sierra.