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"Rompe mujer paradigmas: Costumbres machistas"

"Eufrosina Cruz, de 27 años, decidió ser la primera mujer que se postula para alcaldesa, pese al hecho de que no se les permite a las mujeres postularse a un cargo"
06/11/2015 06:26

    SANTA MARIA QUIEGOLANI, México (AP) _ Las mujeres en esta aldea zapoteca, en las montañas boscosas de Oaxaca, se levantan todos los días a las
    4: 00 horas para recoger leña, moler maíz, preparar la comida del día, atender a los niños y limpiar la casa.
    Pero no se les permite votar en las elecciones locales porque ,dicen los hombres, no trabajan lo suficiente.
    Fue aquí, en una aldea que ha luchado durante siglos para preservar las tradiciones indígenas, que Eufrosina Cruz, de 27 años, decidió ser la primera mujer que se postula para alcaldesa, pese al hecho de que no se les permite a las mujeres asistir a las asambleas municipales y mucho menos postularse a un cargo.
    La junta municipal integrada totalmente por varones rompió las boletas emitidas en su favor en las elecciones del 4 de noviembre alegando que, como mujer, no era ciudadano del pueblo.
    "Esa es la costumbre aquí, que solamente voten los ciudadanos y no las mujeres", dijo Valeriano López, el vicealcalde.
    En vez de rendirse, Cruz ha lanzado el primer desafío serio, a nivel nacional, a las formas tradicionales de gobierno de los indígenas conocidas como uso y costumbres, que recibieron pleno reconocimiento legal en México hace seis años en aceptación de los movimientos por los derechos de los indígenas en toda Latinoamérica.
    "Para mí ya es abusos y costumbres", dijo Cruz cuando presentó su queja en diciembre a la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Y no más exijo eso; también exijo que nosotras, las mujeres de allá de la montaña, tengamos el derecho de decidir nuestras vidas y no solamente el derecho de votar y de ser votadas, porque dice la constitución que tenemos ese derecho.
    López admitió que los votos a favor de Cruz fueron anulados, pero afirma que sólo sumaban 8 de casi 100 emitidos en esta aldea prácticamente sin pavimentar de unos mil 500 residentes.
    Cruz sostiene que estaba ganando y quiere que las elecciones se anulen y se vuelvan a efectuar, esta vez con el voto femenino.
    Pero los líderes varones no aflojan.
    "Aquí se vive diferente, señor, que una ciudad. Aquí la mujer se dedica a su hogar y los hombres a rozar o a limpiar milpa'', dijo Apolonio Mendoza, secretario del concejo municipal integrado totalmente por varones.
    Eufrosina Cruz, que dejó el pueblo a los 11 años en busca de perfeccionar su educación, es soltera. Como mujer, se le prohíbe participar en la labor comunitaria que califica a los aldeanos varones como ciudadanos. Esas tareas incluyen reparar caminos, arrear ganado, limpiar calles y cultivar la tierra.
    "A mí me gustaría ver a los hombres hacer tortillas, por un solo día, y que me digan que no es un servicio", dijo Cruz, describiendo las horas que se pasa limpiando, remojando, cocinando y preparando el maíz, moldeando la harina en discos chatos y recogiendo leña para cocinar.
    Durante los importantes festivales de la aldea se espera que las mujeres cocinen para todos los varones invitados pero no se les permite sentarse a la mesa junto con ellos, dice Cruz, y son relegadas a esteras de paja sobre el piso. La ropa se lava a mano y, aunque la mayoría de las casas tienen algún sistema de agua corriente, suelen tener un solo grifo.
    Cruz decidió escapar a esa vida después que vio que su hermana de 12 años era entregada a un hombre mayor en un matrimonio arreglado por su padre. La hermana tuvo su primer hijo a los 13 años y desde entonces ha dado a luz a otros siete.
    Viajó a la ciudad más cercana para enrolarse en una escuela, vivir con familiares y mantenerse con trabajos variados.
    Como todavía no hay empleos formales en su pueblo para las mujeres, Cruz trabaja como directora de una escuela en un pueblo cercano y regresa a Quigolani la mayoría de los fines de semana.