"Sergio Tirado Hernández, Raspadero"
MAZATLÁN._ Desde pequeño, Sergio Tiznado Hernández se dio cuenta que para vivir bien hay que trabajar bien, y que a través de la honradez es posible mantenerse libre de problemas y vivir con dignidad, por ello cada día son los valores que más practica en su vida familiar y laboral.
Es un padre de familia que cada día cumple una jornada de trabajo de hasta 13 horas, depende de la temporada y la venta. Atiende la carreta de bebidas "Raspados de Isaías", ubicada en la Calle 21 de Marzo, junto a la Plazuela República.
"Mi trabajo lo aprendí de mi padre, él me enseñó valores, en especial el de la honradez, y aquí, vendiendo raspados, me va bien, pero con tristeza me doy cuenta de que muchas personas carecen de valores", expresa el comerciante.
En un período vacacional, recuerda que llegó una familia a comprar raspados y al ver que se retiraba le dijo que olvidaba una cámara fotográfica profesional, que estaba ahí en la barra, junto a las botellas de jarabe.
"Entonces un niño responde 'papá, nosotros no traemos cámara' y el papá que le pega un zape y le dice 'agarra la cámara y vámonos', el zape no me gustó, pero ni modo, agarraron la cámara y se fueron, yo no sabía en realidad de quién era.
"No pasaron ni dos minutos cuando llegó una pulmonía con dos turistas que antes habían venido y me dicen que dejaron una cámara Nikon. Yo volteo y la familia apenas iba en la esquina, le dije que ellos se la habían llevado", relata.
Por seguridad, el joven turista pidió apoyo de un Policía Municipal para hacerle el reclamo al padre de familia, quien al verse descubierto por el comerciante y el agente no le quedó más que regresar el sofisticado aparato al turista.
"¡Qué vergüenza para él como padre! ¿qué clase de ejemplo le dio a sus hijos en ese momento? Lo que hizo al tomar algo que no era suyo fue demostrarles que no tiene un valor que es fundamental: la honradez", consideró Tiznado Hernández.
De la honradez, señala que se desprenden otros valores como son el respeto, la honestidad, la lealtad, el compromiso, el trabajo y el amor, por lo que ninguna persona debe carecer de honradez.
Graduado como Licenciado en Administración de Empresas, este hombre asegura que ahí en la carreta de raspados su padre le enseño a no tomar lo que no es suyo, que si alguien dejaba algo luego volvería a buscarlo y su deber era regresarlo.
Muchos clientes han dejado en la carreta o junto a ella muchas cosas, algunas de valor económico, otras de utilidad o valor sentimental para sus dueños, desde bolsos y celulares, hasta juguetes y prendas de vestir, bastones y sombrillas. Todas han vuelto a su propietario.
"Vender raspados es un trabajo muy noble, que además conlleva una tradición. Mi padre, don Isaías Tiznado, de aquí pudo para sacarnos adelante a seis hermanos, nos dio estudio a quienes quisimos estudiar y a todos nos hizo gente de bien, porque supo portarse bien, nos dio ejemplo", expresa con mucho orgullo.
Ahora, don Isaías ya está parcialmente retirado del negocio de los raspados, pues ya no está en la carreta, pero en casa se encarga de la elaboración de los jarabes que dan sabor al hielo raspado.
Vainilla, fresa, nanchi, tamarindo, grosella, limón, ciruela, leche quemada y otros deliciosos sabores ofrecen al paladar de los sedientos transeúntes que circulan por las inmediaciones de la Catedral, la plazuela y el Palacio Municipal, incluso llegan conductores.
"Llueva o truene hay que trabajar, es la única forma de salir adelante, eso sí, no olvidarnos que debemos de inculcar y practicar los valores, siempre hay manera de salir adelante sin desviar el camino", añade Tiznado Hernández.
La carreta de raspados está ahí desde hace 48 años, cuando todavía eran esquina Guillermo Nelson y 21 de Marzo, que frente al Palacio Municipal estaba el paradero de varias rutas de camiones urbanos y que la Catedral no tenía iluminación artística.
Desde atrás de la barra de hielo, han visto la transformación de la Casa Municipal, en el Palacio Municipal, la peatonalización de la Guillermo Nelson y la colocación y retiro de dos fuentes de la explanada.
