"Tejen palmas para vendimia"
TICUL, Yuc. (UNIV)._ Cada año se reúnen, saben que cortar la palma, ponerla a secar y luego armar los fajos o bultos de la hoja les redituará un ingreso en Semana Santa. Son los productores de palmas o huano, como se le conoce localmente y que se distribuirán en las iglesias el Domingo de Ramos.
Son campesinos que en sus parcelas tienen altos árboles de palmas que en buena parte del año les sirven para fabricar bolsas, sombreros y otras artesanías que venden en lugares turísticos, pero durante la Semana Santa, esos bejucos de la palma se convierten en los jesucristos, cruces y coronas que tienen gran demanda para este ritual religioso cada año.
Ésta es una tradición heredada de los abuelos a los padres y a los hijos y que se mantiene en el sur del estado de Yucatán. Municipios como Muna, Ticul, Oxkutzcab y Tekax practican esa actividad, pero particularmente en la región ticuleña, cuyos habitantes se ocupan en diferentes artesanías, como el barro, alfarería, zapatería, bolsas y los sombreros de palma.
Herencia cultural
Gabriela Bé Cocom es un ejemplo de esa cultura yucateca, de ese aprendizaje heredado por sus familiares de antaño.
"Lo aprendí desde los 8 años de edad de mi abuela María", relató la campesina de 67 años, cuyos ojos enrojecidos y la mirada cansada revelan las arduas jornadas de trabajo artesanal.
"Tejo el huano, pero también preparo los ramitos para la bendición del Domingo de Ramos", expresó mientras hacia su tarea en su vivienda con una hamaca como único mobiliario. Vive sola y no deja de laborar.
"El día que no lo haga me muero", enfatizó.
Gana entre 250 y 400 pesos por preparar las palmas para las iglesias. Una parte se venderá en Ticul y otra más en Mérida.
Como su historia, hay otras más. Josefa Campos Chilero revela que aprender a tejer la palma se adquiere con mucha paciencia. Es poblana, pero desde hace 18 años vive en Ticul y aprendió a tejer el huano. Con sus manos arma jesucristos y otras figuras religiosas que son elaboradas a base de bejuco y palma seca.
Son los palmeros o huaneros del sur, como se les conoce, quienes preservan esa laboriosa tarea, herencia de sus ancestros, los mayas.
No hay, hasta ahora, ninguna industria especializada que procese la palma, por lo que la labor es netamente artesanal y realizada a nivel familiar.
Por lo pronto y en la víspera de las celebraciones eclesiásticas del Domingo de Ramos, ella y muchos campesinos más de esta región de la península de Yucatán sacarán hasta 800 o mil pesos en un fin de semana por su trabajo artesanal o por distribuir el huano bendito que los católico acostumbran adquirir en las festividades de la Semana Mayor.
Buen mercado
Las palmas benditas, como le llaman los fieles católicos, tienen buen mercado durante esta época.
Los productores viven y dependen de la alfarería y de las artesanías elaboradas a base de palmas que luego se convierten, tras estar exhibidas al sol, en huano seco.
Una vez seco, ese material se teje cual hilo de henequén o de plástico, para luego elaborar prendas y, en el caso de los ramos para Semana Santa, se comercializan por pequeños gajos o envoltorios.