México hasta ahora no ha podido estar en paz, con los brotes de violencia que se registran en diferentes regiones del País. Sí, México sigue siendo una nación donde el crimen organizado se sigue presentando y hasta ahora, ninguna de las estrategias han funcionado.
Lo mismo se registra un enfrentamiento armado entre civiles y agrupaciones de seguridad, con militares incluidos, que las agresiones entre grupo rivales que terminan por atemorizar más que a nadie, a la población.
Lo ocurrido más reciente, en Guerrero, debe poner a pensar en los pasos que faltan para que la seguridad pueda asentarse en las comunidades de México por encima de la operación del crimen organizado.
Y sin duda, una de las tareas pendientes aún por resolver, ha sido el de la procuración e impartición de justicia, donde los responsables de generar violencia y de inseguridad sean puestos ante un juez y sean sancionados por alterar el orden y la paz y competir delitos en perjuicio de otros.
Sin embargo, con todos los pendientes que tiene México aún por resolver, el de la justicia también se encuentra entre uno de ellos.
Y sí, no hay que perder de vista la responsabilidad que tiene el Estado mexicano para que sus habitantes puedan vivir en condiciones de seguridad y por ahora no lo están haciendo.
Basta buscar en las comunidades de cada uno y podrá detectarse cómo quienes delinquen operan con la naturalidad de quien lo hace desde su empleo formal.
Y mientras la política pública en materia de seguridad sigue hurgando en las raíces de lo que genera condiciones de inseguridad y violencia, atendiéndola con programas de asistencia social, la inseguridad se sigue propagando y arraigando en más extensiones del País.
Más allá de que este tema sea puesto a discusión durante las campañas electorales, lo que en ella se proponga habrá que tomarlo con pinzas, pues resolver la inseguridad, la violencia y la barbarie en México requiere de acciones más allá de los discursos políticos. Y el País, sigue esperando.