No es la primera ni será la última vez que abordemos el tema de la inteligencia artificial... ya lo comentamos la semana pasada y lo hemos hecho en artículos anteriores, pero el tema es vigente, llegó para quedarse y, sobre todo, es ineludible en nuestra línea de trabajo.
De hecho, la inteligencia artificial está ya en muchas de las actividades humanas cotidianas, y en más de las actividades profesionales, técnicas, laborales... en nuestro caso, somos usuarios activos de ella, pero, como ocurre en todo lo nuevo que en tecnología va llegando, aún no la conocemos del todo, no la explotamos todavía en todo su potencial y hay procesos y cuestiones que se tienen que afinar, actualizar y mejorar en el camino.
De hecho, el proceso de implementación está iniciado, pero es toda una vertiente que va cambiando tan rápido, ampliándose y mejorándose, que prácticamente vamos atrás todo el tiempo, sin mucho margen para ir con la corriente.
De todos modos, en este tema hay puntos indispensables que debemos tener claros: el primero es que, como bien dicen los expertos, la Inteligencia Artificial es ya ineludible, es decir, no es que se tenga que decidir si se acepta o no, más bien es precisar cómo se aprovecha en lo que nos interese.
Y segundo, la IA puede ser forma, puede ser proceso, puede ser herramienta, pero hay dos conceptos que para efectos nuestros no cambian: periodismo y ética.
Y es que aunque en el periodismo desde hace décadas estamos en medio de saltos cuánticos en cuanto a avances tecnológicos, es hasta ahora con la IA que se nos atraviesa la cuestión ética en ellos, por la capacidad de las herramientas para sustituir funciones completas de los periodistas y de generar información que llega directo al lector o la audiencia.
Señala el Consultorio Ético de la Fundación Gabo en un artículo reciente: “La inteligencia artificial dejó de ser una promesa tecnológica para convertirse en un protagonista clave en la producción y consumo de noticias. Desde los algoritmos que deciden qué historias llegan a las audiencias, hasta el uso de herramientas como ChatGPT en la redacción de contenidos, la IA plantea desafíos éticos que aún no hemos terminado de comprender. Este año, más que nunca, quedó claro que la IA no sólo tiene el potencial de facilitar el trabajo periodístico, sino también de distorsionarlo. Entonces ¿cómo asegurarnos de que las decisiones impulsadas por inteligencia artificial sean transparentes y no perpetúen sesgos o desinformación? Y más allá de eso, ¿qué responsabilidad tienen los medios en educar a sus audiencias sobre el impacto de estas tecnologías en su percepción del mundo?”.
En una reciente entrevista publicada el mes pasado, Karen De la Hoz, líder del LabA en el medio colombiano La Silla Vacía, arroja conceptos importantes que nos ayudan a esclarecer nuestra relación como periodistas con la IA:
“Adoptamos las tecnologías que nos permitan hacer esto de manera más eficiente, rigurosa y accesible, pero siempre con el criterio editorial como eje central”, señala.
“La IA no es para nosotros una moda, sino una herramienta que usamos solo cuando está al servicio de nuestro objetivo”.
Uno de los ejes centrales de las políticas en La Silla Vacía, recalca, es la innovación responsable.
“Nuestros usos de IA están guiados por principios que consideramos innegociables. El primero es la calidad editorial: nuestros editores humanos han sido, son y seguirán siendo los garantes de nuestro periodismo de calidad, y los responsables de todo lo que publicamos. Todas los usos de inteligencia artificial en procesos editoriales serán aprobados por nuestros editores”, explica.
“La IA nos interesa no solo para hacer más eficientes los procesos internos, sino para explorar la próxima frontera del periodismo: nuevas formas narrativas, nuevas formas de participación de la audiencia y modelos de negocio sostenibles. Probamos herramientas en fases piloto, medimos su impacto y solo escalamos cuando tienen sentido editorial y ético. Usamos la inteligencia artificial para acortar flujos de trabajo, facilitar procesos y liberar tiempo que los periodistas pueden dedicar a lo más importante: reportear, verificar, analizar y narrar”.
En España, este verano se celebró el 31 Congreso Internacional de la Sociedad Española de Periodística, en la Universidad Nebrija en Madrid, donde especialistas abordaron lo que llaman el impacto transformador y los desafíos de la IA, así como las aplicaciones, oportunidades y la necesidad de formación al respecto, concluyendo que hacia donde debemos ir es a un periodismo híbrido, con ética, transparencia y un rol humano irremplazable.
“El futuro del periodismo en la era de la IA pasa por un modelo híbrido, donde la IA sirva de soporte técnico y automatice tareas repetitivas, pero la mirada crítica, empática y contextualizada siga siendo patrimonio del ser humano periodista, garantizando un uso ético, transparente y al servicio del interés público”, señalan en las conclusiones.
Con este artículo lo que le ofrecemos es que nos estamos documentado, orientando y aprendiendo en todo lo relativo a la IA, pero no sólo en lo técnico, sino en lo esencial, en el fondo, en lo profundo, en tener la claridad de que este conjunto de herramientas vienen a ser para nosotros esenciales pero complementarias de nuestra función: el periodismo profesional, serio, ético y pensando siempre en el lector.