Cubrir el drama y las historias del Covid

    “No solo nosotros en Noroeste lo tenemos claro, sino la mayoría de los periodistas en el mundo: nuestra función es documentar los hechos para denunciarlos y de ese modo visibilizar los problemas y que llegue la ayuda. Si en lugar de tomar la foto, el fotoperiodista deja la cámara a un lado y se dedica a ayudar a la señora no solo no podría ahí ni siquiera darle ayuda, puesto que no es médico ni enfermero, sino que dejaría de cumplir su función, que es alertar sobre el problema y así contribuir en algo a su solución”.

    Ya un poco más fríos en cuanto al golpe de la tercera ola sobre Sinaloa, debemos abordar algunos casos que se nos presentaron esos días en la cobertura en los hospitales y centros de salud donde atienden a pacientes Covid.

    Uno de los más fuertes fue el de una señora que el jueves 22 de julio llegó al Issste Mazatlán con problemas para respirar, y en lo que tardaron en atenderla, la mujer se tiró en el piso, en una escena dramática de las muchas que nos ha traído esta pandemia.

    El fotoperiodista de Noroeste atestiguó el hecho y como tal se armó una nota para subirla al sitio web. Una vez arriba, y revisada con más detenimiento, empezamos a debatir los editores porque la considerábamos casi sensacionalista o manejada de manera alarmista.

    Y es que aunque sí es de alarmarse, como medio y como periodistas debemos ser ecuánimes y fríos en cuanto a no agregar drama a la descripción de una escena de por sí dramática.

    Finalmente adaptamos el texto para que fuera más frío y plano, sin agregar emoción o intención más allá que lo que reflejaba la foto.

    La publicación generó mucha lectoría y reacciones, principalmente en Facebook, donde tuvo un alcance de 125 mil 767 personas, 29 mil 666 interacciones y 4 mil 994 reacciones, entre ellas 513 comentarios y 674 veces compartidas. Mientras que en el sitio de Noroeste tuvo 27 mil 297 lecturas.

    Sobre los comentarios, aunque la mayoría fue de asombro, preocupación y reclamo a las autoridades por el manejo de la pandemia, por supuesto que recibimos los clásicos que nos recriminan publicar ese tipo de notas y alarmar a la población, y hasta hubo algunos que recriminaron a nuestro fotógrafo por tomar la foto en lugar de ayudar a la señora enferma.

    En este aspecto, no solo nosotros en Noroeste lo tenemos claro, sino la mayoría de los periodistas en el mundo: nuestra función es documentar los hechos para denunciarlos y de ese modo visibilizar los problemas y que llegue la ayuda. Si en lugar de tomar la foto, el fotoperiodista deja la cámara a un lado y se dedica a ayudar a la señora no solo no podría ahí ni siquiera darle ayuda, puesto que no es médico ni enfermero, sino que dejaría de cumplir su función, que es alertar sobre el problema y así contribuir en algo a su solución.

    De hecho, nos permitimos citar aquí parte de un artículo publicado por la Red Internacional de Periodistas (IJnet.org), del International Center for Journalists, titulado “¿Deben los periodistas prestar ayuda en situaciones de desastre o de emergencia?”.

    Entre otros puntos, citan a Gene Foreman, autor de The Ethical Journalist: Making Responsible Decisions in the Digital Age, quien señala que, “con el paso de los años, los profesionales y académicos del periodismo han llegado a un consenso: los periodistas deben actuar para salvar vidas o prevenir lesiones si son la mejor o la única persona en posición de intervenir”.

    En su libro, Foreman plantea cuatro preguntas:

    ¿El peligro es inminente?

    ¿El peligro es grave?

    ¿Hay alguien más que pueda ayudar?

    Tú, como periodista, ¿cuentas con las habilidades especiales que la situación requiere?

    Foreman también recoge en su libro la visión de Rachel Smolkin, quien escribió sobre los periodistas que intervinieron durante el huracán Katrina en agosto de 2005. Entre sus consejos señala:

    “Sigue tu conciencia. Tu humanidad, tu capacidad de empatizar con el dolor y el sufrimiento, y tu deseo de evitarlo, no entra en conflicto con tus estándares profesionales. Esos impulsos te convierten en un mejor periodista, más sintonizado con las historias que tienes que contar.

    “Si cambias un resultado por una intervención responsable y necesaria porque no había nadie más para ayudar, que así sea. Díselo a tus jefes y, cuando sea esencial para una historia, también cuéntalo a tus lectores y espectadores.

    “Recuerda, sin embargo, que tu rol principal y único como periodista es dar testimonio. Si decides actuar, hazlo rápidamente y luego sal del camino”.

    Smolkin, dice Foreman, contó cómo los periodistas que cubrieron Katrina “mostraron compasión al ofrecer agua, transporte y rescate, pero su servicio más duradero fue contar el sufrimiento de los ciudadanos atrapados en albergues infernales y en sofocantes carreteras interestatales, y documentar la inexcusable respuesta del gobierno”.

    Y resumen: “Sin periodistas que cumplan ese rol esencial, los recursos que ayudaron a una escala mayor nunca habrían llegado”.

    El artículo señala que Roger Simpson, coautor de Covering violence: a guide to ethical reporting about victims and trauma y director fundador del Centro de Dart para el Periodismo y el Trauma, expresa una idea similar:

    “El periodista, como cualquier ser humano, debe prevenir o minimizar el daño si está en su capacidad hacerlo. Cuando la necesidad es abrumadora y se está haciendo poco, las pequeñas acciones pueden mantener al periodista en una relación moral y emocionalmente saludable con el evento que está cubriendo.

    “Entiende asimismo que sujetar la cámara o grabar lo que ves y escuchas puede ser la forma más efectiva de intervenir”.

    Por eso, en Noroeste documentamos y seguiremos documentando con historias la realidad que nos golpea día a día, hoy con la pandemia pero también en otros temas como la violencia, desapariciones, feminicidios...

    Pero en fin, en cuanto a las historias de la tercera ola de Covid-19 que publicamos en estos días hubo otras que también tuvieron mucha lectoría.

    “Llanto, personas tiradas en el suelo y bajo el sol, el drama que se vive a las afueras del IMSS de Mazatlán”, se publicó el 18 de julio y tuvo un alcance de 57 mil 992 personas, 17 mil 647 interacciones y mil 864 reacciones, entre ellas 240 comentarios y 343 veces compartida. En el portal de Noroeste registró 17 mil 602 lecturas.

    La otra historia fue “Raymundo, delicado por el Covid-19, agoniza en la camioneta, mientras su hermano busca que lo atiendan en el IMSS de Mazatlán”, la cual tuvo en Facebook un alcance de 106 mil 527 personas, generó 19 mil 934 interacciones y 2 mil 522 reacciones, entre ellos 355 comentarios y 329 veces compartida. Y en nuestro sitio digital registró 15 mil 127 lecturas.

    Queremos pensar que echar luz sobre el golpe de la tercera ola en Sinaloa sirvió para que autoridades federales, estatales y locales aceleraran las medidas de contención y se agilizara la llegada de las vacunas para los jóvenes. Esa era y es la intención.

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