Cuando hace días fuimos informados de que el Instituto para la Protección de Periodistas de Sinaloa entregaría chalecos antibalas a los periodistas que trabajan en mayor riesgo en el estado, no podemos menos que incomodarnos.
Y no es por la acción en sí, sino por el tener que admitir un contexto donde sí es necesario que los porten algunos de nuestros reporteros.
Para Noroeste no es la primera vez que se toma la decisión de usarlos, se hizo hace más de una década, cuando se enfrentaba otra ola violenta similar a la actual y se decidió hacerlo con algunos reporteros de lo que entonces era el periódico policiaco del grupo: Primera Hora.
Fue una incursión momentánea en realidad, y no se renovó el proyecto.
Nosotros siempre hemos partido de que la ética, el rigor periodístico, el profesionalismo y los protocolos de cobertura y publicación son nuestros chalecos antibalas, porque son nuestra protección ante una situación delicada como la actual en cuanto a información relacionada con delincuencia organizada y violencia.
Sin embargo, no somos ciegos a la realidad, sabemos a lo que estamos expuestos, principalmente los periodistas de nuestra sección de Seguridad y Justicia, que son la primera línea en las coberturas de riesgo.
Apenas la semana pasada comentamos en esta espacio cómo nos vimos en medio de una situación de cobertura donde aún resonaban las balas, situación que fue reflejada en videos que grabaron nuestros fotoperiodistas y hasta en una transmisión en vivo que realizábamos en el momento a través de nuestra cuenta de Facebook.
Situación difícil en la que hubiéramos preferido no estar, pero en la que estamos conscientes que es muy probable que se nos vuelva a presentar, tan sólo por el volumen y características de los sucesos violentos que se generan, principalmente en Culiacán en la actualidad.
Considerando que no somos partidarios de tener que usar chalecos antibalas porque nos basamos en que no somos reporteros de guerra, la verdad es que una vez más la realidad se impone y no podemos hacer otra cosa más que adaptarnos para seguir adelante.
En esta ocasión, fue el Instituto para la Protección de Periodistas el que se comunicó con nuestro fotoperiodista de más experiencia y quién más ha documentado los hechos de alto impacto en esta ola violenta que sufrimos en Sinaloa desde el 9 de septiembre del año pasado.
Hizo bien en hacerlo así, porque la decisión de usar o no chaleco antibalas es una decisión eminentemente personal, es decir, institucionalmente podemos recomendar o sugerir, pero en este caso en específico no podemos imponer una decisión institucional para dictar sí aceptarlo o no aceptarlo, sí usarlo o no usarlo.
De manera coordinada con el editor a cargo, nuestro fotorreportero aceptó el préstamo del chaleco antibalas proporcionado por el Instituto y aceptó usarlo. Por el momento es el único de nuestro equipo de periodistas que ha podido acceder a este programa iniciado por el Instituto para la Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del Estado de Sinaloa.
Los periodistas que han recibido el chaleco firman una responsiva ante el Instituto para recibir el chaleco y se hace en calidad de préstamo por tres meses.
Podría ser que el programa se amplíe y más periodistas tengan acceso a dicho préstamo.
El uso de chalecos antibalas por parte de periodistas en México no es algo usual, pese a lo que podría pensarse dadas las circunstancias de cobertura y el alto número de periodistas asesinados en nuestro País.
En numerosas ocasiones en las últimas décadas se ha tratado el asunto, la necesidad de que se usen, sin embargo siempre ha habido una cierta resistencia por parte de los propios periodistas.
En un artículo de hace 15 años del LatAm Journalism Review, del Knight Center, titulado “Chalecos antibalas para blindar a los periodistas mexicanos”, ya se documentaba la necesidad del uso de esta protección por parte de los reporteros en México y se hablaba de una empresa colombiana de seguridad que incursionó en el mercado mexicano con ese fin. Sin embargo el propio artículo señalaba: “un protocolo de seguridad recomienda que los reporteros que cubren hechos violentos usen chaleco antibalas y casco. Sin embargo, el gerente de ventas de la empresa colombiana en México dijo a EFE que hay resistencia entre los periodistas a usar ropa blindada. Las ventas, de hecho, no se han incrementado, aunque a su juicio ‘sí tendrían que haberlo hecho’, dada las agresiones y amenazas al periodismo mexicano”.
Calculamos que la situación continúa similar: hay la necesidad, pero también continúa la resistencia.
Los chalecos antibalas no son livianos ni fáciles de cargar cuando no se está acostumbrado a portarlo, pero esa carga significa para nosotros más que sólo los kilogramos que pesa... esa carga es llevar a cuestas la violencia que estamos documentando a diario... la violencia que pesa sobre los ciudadanos de Sinaloa.