Esta semana, a través de nuestras páginas y plataformas, tal vez tuvo la oportunidad de conocer a Juan Enrique o a Marinthia Jaqueline... o al menos saber algo de ellos.
Si no fue así, le resumimos: Juan Enrique Panduro Díaz es un niño de 8 años de edad con autismo cuya salud se ha visto complicada por cuestiones neuronales que lo hacen padecer convulsiones y parálisis, por lo que requiere tratamientos médicos para los que su familia no tiene recursos.
Marinthia Jaqueline Estrada López es una joven científica, de 23 años de edad, cuyo proyecto quedó seleccionado como uno de los mejores 20 dentro del Segundo Reto de Innovación Tecnológica ANUIES 4MX. Por lo anterior, tiene la oportunidad de entrar al Programa de Capacitación en Tecnologías Emergentes del Futuro, con sede en Osaka, Japón, donde podrá darle continuidad a su proyecto.
Ambos son mazatlecos y además de eso, ambos tienen en común que necesitan recursos para lograr su cometido.
Por eso hemos publicado sus historias, para apelar a la solidaridad de los lectores de Noroeste y que puedan conseguir algo de apoyo.
Ellos son parte, al igual que otros tantos durante los últimos meses y años, que engalanan nuestros espacios
Y decimos engalanan porque son parte de las historias que se nos van quedando en un lugar especial.
Son notas positivas dentro de su necesidad. Son situaciones de ayuda a las que damos un espacio, y son casos que nos permiten conectar con la comunidad, y nos permiten sobre todo conectar a nuestros lectores con personas necesitadas.
Es de tantos años este tipo de publicación que no tenemos claro cuándo empezamos a incluirlas en estos más de 50 años de que existimos como medio de comunicación.
En estas décadas hemos publicado cientos de historias, la mayoría de personas afectadas en su salud.
Hemos tenido casos de víctimas de accidentes que requieren apoyo, hasta niños o jóvenes que requieren una cirugía del corazón, o son enfermos de cáncer, o tienen alguna discapacidad como parálisis cerebral o alguna otra.
Pero también de niñas o niños que destacan en lo educativo o que son estrellas del deporte.
Incluso de personas que por alguna razón quedan varadas en nuestro estado y no pueden regresar por sus propios medios a su lugar de origen.
El común denominador de todos los casos es que los protagonistas de estas historias no cuentan con recursos económicos suficientes para lograr su cometido, para conseguir su objetivo.
Ahí es donde entramos nosotros y servimos de conexión de ellos con nuestros lectores.
La mecánica es sencilla: nos llegan datos de alguna historia de gente necesitada. Urgida de ayuda. Y hacemos lo necesario para publicar su historia y apelar a los buenos sentimientos de nuestros lectores
Siempre responden, nunca nos dejan solos.
Este jueves por ejemplo, con enorme satisfacción recibimos un donativo de 5 mil pesos en efectivo para el caso específico del niño Juan Enrique.
En cuanto recibimos ese dinero, lo ingresamos a la caja proporcionando al donador, que en este caso quiso mantenerse anónimo, un comprobante de que recibimos el dinero.
Luego de eso, armamos una nota con los datos y hasta foto del dinero recibido para publicarla de inmediato en nuestras diferentes plataformas digitales e impresas.
Esto lo hacemos para varias cosas, para agradecer al donador, para enterar a la familia necesitada, para instar a nuestros demás lectores a que ayuden y, sobre todo, como una especie de “notariar” que nos llegó el donativo para que el donador tenga la certeza de que lo recibimos y de que lo vamos a entregar, pues estamos usando a nuestros lectores como testigos
Luego documentamos también la entrega de ese apoyo a la familia necesitada, publicamos la nota y las fotos de la entrega.
Esta mecánica nos sirve y nos ha servido por décadas para transparentar este fluir de recursos entre la comunidad y los lectores, donde nosotros sólo somos intermediarios, el canal, el medio...
Aunque más bien nos gusta pensarnos como el vínculo, porque un vínculo es el que une, y eso aspiramos a ser ante todo con nuestra función: contribuir a la unidad en nuestra comunidad.
Ayer, sábado, la abuelita del niño Juan Enrique recibió su apoyo para el tratamiento del pequeño. Fuimos a su casa a entregarlo y tal cual lo documentamos.
Para Marinthia Jaqueline no ha llegado aún nada, pero confiamos en que llegará. Siempre llega. La solidaridad de nuestros lectores siempre surge y nunca nos dejan solos.
Publicar estas historias de vida podría considerarse algo sin mucha importancia, hasta podría pensarse que no es periodismo, pero para nosotros es las dos cosas: es periodismo y es muy importante.
Nuestro objetivo es colaborar de alguna manera con nuestra comunidad y estamos convencidos de que esta es una buena manera de hacerlo. Conectar a quien lo necesita con alguien que lo puede ayudar. Lograr eso, en mayor o menor medida, realmente nos motiva, pues en medio de a veces tanta oscuridad, nos gusta pensar que damos un poco de luz. Y como no podemos hacerlo sin el apoyo incondicional de nuestros lectores, hoy y siempre les damos las gracias.