Cuando han pasado casi 14 meses de una intensa guerra criminal a la puerta de nuestras vidas, y nosotros no sólo como testigos sino como documentadores y cronistas de ella, vemos secuelas a nuestro alrededor... y dentro de nosotros.
Nadie puede pasar por algo así, documentar una ola de violencia, sin cobrar factura. Nos sentimos agotados física y emocionalmente, y lo peor es que corremos el riesgo de que nuestro cuerpo y nuestra mente lleguen a normalizar lo que vemos y vivimos un día sí y otro también.
Y esto no sería extraño, sería tal vez hasta natural, como una especie de mecanismo de defensa, pero seguros estamos que no lo podemos permitir. Dentro de nuestro agotamiento, sabemos que debemos buscar opciones para, si no solucionar, al menos que permanezca nuestra indignación.
Buscando opciones y buscando documentarnos acerca de lo que vivimos y lo que cubrimos hemos ido descubriendo y aprendiendo conceptos, corrientes y modos de enfrentar y confrontar nuestro contexto a través de nuestro periodismo.
Hemos leído últimamente de un concepto que podemos llamar periodismo restaurativo, o, como dice la periodista colombiana Gloria Castrillón, periodismo para sanar heridas.
En un post publicado hace unas semanas, la Red Ética de la Fundación Gabo nos provoca de inicio al cuestionarnos: ¿Contar la guerra ayuda a reparar o a reabrir heridas?
Y nos pone a pensar.
Sin embargo, rápidamente la publicación nos dice: “Gloria Castrillón nos recordó que narrar con enfoque restaurativo no significa justificar, sino mostrar matices, dignificar y abrir espacio a todas las voces”.
Y nos da cinco claves para narrar la justicia restaurativa con responsabilidad.
La publicación ya desarrollada se titula “Periodismo para sanar heridas” y como subtítulo: “5 claves para contar sobre justicia restaurativa”, por Gloria Castrillón.
Pero debemos precisar antes el perfil de esta periodista colombiana para entender y poner en perspectiva la importancia, y lo profundo y al mismo tiempo aterrizado, de sus planteamientos, y así lo precisa el sitio Proimágenes Colombia:
“Gloria Castrillón es periodista con maestría en Asuntos Internacionales y Resolución de Conflictos de la Universidad Externado de Colombia. Dirige Colombia+20, iniciativa pedagógica y periodística de El Espectador para hacer seguimiento a la implementación del Acuerdo de Paz. Fue editora de investigaciones de la revista Cromos. Se ha dedicado al cubrimiento del conflicto armado y las negociaciones de paz con las FARC, el ELN y las AUC. Es docente universitaria y tallerista en conflicto armado, memoria, género y construcción de paz. Ha escrito, en coautoría con otros periodistas, varios manuales de periodismo”.
Es decir, no es una novata ni improvisada. Al contrario es una periodista veterana que ha vivido de cerca todo el conflicto armado y la problemática de violencia, pero sobre todo de construcción de paz, en ese país sudamericano tan cercano para nosotros en problemática.
Y lo importante es que Castrillón nos aterriza en algo que es muy útil para nosotros en estos momentos donde los hechos de alto impacto nos sobrepasan tanto en número como en intensidad. Y lo hace a través de estos cinco puntos:
1. Narra lo que el País no ve.
“Contar lo que pasa en la justicia transicional no sólo es contar lo que sucede en las audiencias. Se trata de mostrar la trascendencia de estos hechos, incluir el componente emotivo y diversificar enfoques y fuentes para darle al país una mirada más completa”.
2. Replantea la manera de cubrir a las víctimas.
“Esto implica ir más allá de lo judicial: contar sus historias con dignidad, evitando la revictimización y mostrando también cómo impulsan procesos de reparación en sus comunidades.
“Pregúntate: ¿Cómo estamos representando a las víctimas? ¿Qué justifica ir a remover el dolor de una persona que sufrió mucho? ¿En qué momento puedo hacer eso sin generar revictimización?”.
3. Cuestiona la neutralidad.
“Toda pieza periodística lleva consigo la mirada y las experiencias de quien la produce. Más que aspirar a la neutralidad, se trata de que nuestras emociones no opaquen los matices de las historias. Reconocer lo que sentimos permite crear relatos que reflejan mejor la complejidad de la realidad”.
4. Deconstruye las etiquetas.
“La guerra no puede narrarse en clave de ‘buenos’ y ‘malos’. Esa lógica simplifica una realidad compleja. El periodismo debe ir más allá de la mirada binaria y mostrar que no existe una única versión de lo ocurrido”.
5.Contar no significa justificar.
“Explicar por qué alguien fue a la guerra no borra sus crímenes ni el dolor causado, sólo revela al ser humano detrás. Relatar desde distintos ángulos no minimiza la gravedad, sino que reconoce que la condición humana atraviesa tanto a víctimas como a responsables”.
Al final, Gloria Castrillón nos resume: “Los enfoques, el planteamiento de los temas y cómo los abordamos; a quién escogemos como fuente, cómo hacemos las entrevistas y cómo presentamos la información; qué imágenes ponemos en nuestros artículos, el lenguaje que usamos... todo esto influye en la manera de aportar desde el periodismo al ejercicio de justicia restaurativa”.
El de esta periodista colombiana es un punto de vista de una de las corrientes que existen en cuanto a cómo abordar desde el periodismo los hechos de violencia, sobre todo cuando, como nosotros, estamos inmersos como sociedad en una ola prácticamente permanente.
Por eso nos interesa ver esos puntos de vista y esas corrientes de periodismo, porque, tal como lo señala el título de la publicación que comentamos: necesitamos un “periodismo para sanar heridas”, las de los ciudadanos y también las nuestras.