‘Walk on eggshells’... caminar sobre cáscaras de huevo... andar siempre con cuidado
Cuando se tiene la obligación ética y profesional de informar sobre temas delicados que se pueden convertir en peligrosos, la estresante labor del periodismo migra hacia su punto más álgido.
Hay un término que en inglés se dice “walk on eggshells”, y que literalmente se traduce al español como “caminar sobre cáscaras de huevo”, y aunque podría decirse que es como nuestra frase de “andar con pies de plomo” o “andar con cuidado”, en términos psicológicos el “walk on eggshells” es lo más cercano que a veces nos sentimos nosotros en nuestro actuar porque es un término exacto para, por ejemplo, definir a como se suele tratar a personas con TLP (trastorno límite de personalidad) o con bipolaridad, incluso con adictos, pues su actuar incierto y hasta cierto punto explosivo, del cual nunca se sabe qué esperar, obliga a los que lo rodean, principalmente a sus familiares, a andar con cuidado, despacio, “como si caminaran sobre cáscaras de huevo” pero tratando de no hacer ruido para no molestar, para no provocar un estallido.
En una búsqueda rápida en Google encontramos que “caminar sobre cáscaras de huevo” significa estar constantemente alerta y preocupado por evitar desencadenar una reacción negativa en la otra persona, con la consecuente ansiedad y tensión para quien se siente o se ve obligado a actuar así para no decir o hacer algo que pueda causar una crisis en la persona con la condición o trastorno.
Se dice que quienes “caminan sobre cáscaras de huevo” se sienten 1) hipervigilantes, pendientes de cada palabra y acción, anticipando posibles reacciones negativas, 2) temerosos, por una posible reacción exagerada de la persona en cuestión, y 3) tensionado, al estar en una atmósfera de tensión constante, por las dos situaciones anteriores.
Y bueno, podrá preguntarse usted lector, por qué estamos con asuntos y términos psicológicos, pues sólo es para decirle que en estos meses de conflicto entre las facciones del crimen organizado en nuestro estado, así nos sentimos gran parte del tiempo cuando estamos obteniendo, dando cobertura y publicando información acerca de este tema.
Andamos con sumo cuidado, ya lo hemos dicho, pero a lo que nos referimos ahora es a cómo nos sentimos en esa tensión constante que no cesa, y que a veces pareciera que aumenta.
De hecho nos pasa a veces no sólo con información relacionada con violencia, a veces llega a pasar con temas relacionados con la política, por ejemplo, o con algún otro tipo de conflicto o situación delicada.
Esta semana, por ejemplo, aunque de lejos, nos enteramos cómo recibió amenazas una reconocida periodista mexicana, Adela Navarro, directora del semanario Zeta de Tijuana, quien de hecho ha sido aliada de Noroeste, tanto ella como su medio, desde hace muchos años. Nos solidarizamos con nuestra colega y hacemos un justo llamado a la autoridad para su protección y la aplicación de la justicia.
También nosotros recibimos nuestra “dosis” de realidad, pues el lunes enfrentamos un ciberataque a nuestro sitio de noroeste.com con el cual provocaron que nuestra plataforma de noticias estuviera inestable por unas horas y que de hecho no estuviera funcional para nuestros lectores.
Dichos ataques, y lo decimos en plural porque no es la primera vez que los sufrimos, consisten en recibir miles de peticiones de acceso a nuestro sitio al mismo tiempo, lo cual hace que para el sistema sea imposible responder y se alenta al estar tratando de hacerlo, y luego incluso se cae por completo.
El reporte de nuestros técnicos indica que el lunes por la tarde en el sitio digital de Noroeste se recibieron peticiones sospechosas desde 20 mil 764 direcciones IP distintas de Rusia, Estados Unidos, México, Canadá y Rumania, entre otros.
Y pues además de esto, usted sabe, como nuestro lector, en los lugares y los temas que estamos reporteando estos meses, los cuales no son nada sencillos y sí muy estresantes.
Ni siquiera vamos a ahondar ahora en los detalles de lo vivido en estos últimos días en Culiacán y los alrededores, pero también en otros municipios del sur, centro y norte del estado, sólo baste decir que el nivel de tensión para nosotros como periodistas no desciende, sino al contrario, va en aumento.
Nuestros protocolos aplicados, el cuidado máximo en nuestras publicaciones, la previsión en los movimientos de nuestros reporteros y fotógrafos, la decisión incluso de a qué lugares no podemos ni acercarnos y sólo conseguir información “a lo lejos”, el cuidado con cada encabezado, con cada fotografía, con cada video, con cada palabra... ese es nuestro día a día.
Por eso, como ya lo hemos comentado antes, y como iniciamos esta columna, valga tal vez sólo para un poco de desahogo, tal vez para sólo en busca de un poco de comprensión y de solidaridad... pero sí, ese caminar sobre “cascaras de huevo” tratando de no “hacer demasiado ruido” es estresante... es agotador.