Las campañas políticas en México siempre han sido sinónimo de multitudes y una pandemia no va a cambiar eso, la fuerza de la costumbre se convierte en maneras de vivir, de coexistir.
La mayoría de los candidatos que iniciaron campañas ayer en Sinaloa prometieron cumplir con los protocolos sanitarios impuestos por las autoridades de Salud y revalidados por las autoridades electorales, pero la misma mayoría imcumplió sus promesas.
Con la presencia del virus Covid-19 presente en todo el estado, se habló hasta el cansancio de la necesidad de unas campañas donde prevaleciera la sana distancia, el cupo limitado de personas, la sanitización, el uso del cubrebocas, pero la mayoría de estas medidas se evaporaron durante el arranque de las campañas.
Nuestros políticos son incapaces de asistir a un evento sin abrazarse, pueden más el abrazo inmediato, el beso, el saludo de mano, que la seguridad de cientos de personas que asisten a los eventos.
La política sigue siendo el ejercicio de la simulación por excelencia en México, y nuestros políticos los responsables de poner el mal ejemplo y actuar sin el más mínimo sentido común.
La medida menos respetada durante las actuales campañas políticas es, sin duda, la sana distancia, incumplida desde el momento en que llegan los candidatos y comienzan el cachondeo tradicional con sus seguidores, aliados y compañeros de partido.
La otra medida que poco se respeta consiste en limitar la presencia de personas en un mismo lugar, algo que prácticamente nadie respeta.
Pero quizá la peor acción de nuestros políticos es su evidente falta de responsabilidad, cuando son ellos los primeros que deberían de poner el ejemplo, algo que no se les da muy bien.
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