¿Cómo nos fue?

    Mucho se dijo que con la llegada de un huracán a Sinaloa se recuperarían los niveles de captación de las presas en la entidad y aunque la tormenta Norma vino a aliviar la situación de alerta ante los bajos volúmenes de agua en los embalses, hay una realidad que se mantenía soterrada en el imaginario colectivo.

    Esta realidad nos la vino a restregar la tragedia que enluta y llena de incertidumbre al puerto de Acapulco.

    El paraíso dorado del turismo en el Pacífico ahora es una pila de escombros que dejó el paso del imprevisto huracán Otis, de categoría 5, fenómeno que azotó al puerto guerrerense la madrugada del miércoles y provocó la destrucción del 80 por ciento de la infraestructura hotelera del importante enclave turístico; la principal actividad económica del puerto está ahora por los suelos.

    Eso es lo material, es lo que se tendrá que reponer con muchos esfuerzos por parte de sectores productivos de la región y los inversionistas asentados en el puerto.

    La tragedia recae en las, hasta el momento, 30 víctimas mortales contabilizadas a causa del paso del mortífero meteoro; una tragedia sin precedentes por un huracán de formación sorpresiva y de magnitud no vista en el Pacífico mexicano.

    Sin duda la República está consternada por esta debacle en el emblemático puerto guerrerense y sus zonas aledañas, amén que aún faltan por develar las pérdidas en zonas todavía incomunicadas del puerto y su zona conurbada.

    En Sinaloa hay albricias porque la tormenta Norma elevó en promedio 30 por ciento los niveles de las presas.

    Se tiene un balance de cinco víctimas mortales a consecuencia de la tormenta y daños materiales en infraestructura carretera, en instalaciones escolares y de suministro de agua potable, entre los más importantes, sin embargo, la tragedia de Acapulco ensombrece este saldo.

    Pero solo de pensar que a Mazatlán, Culiacán y Los Mochis, como ciudades clave de la economía estatal una tormenta cualquiera les provoca graves daños en la infraestructura de servicios públicos y en la cadena productiva, Acapulco nos debe alertar sobre la catástrofe que sería el golpe de un huracán, aunque fuera categoría 1.

    Nos fue regular en Sinaloa, nos fue muy mal en Acapulco.

    Solo de pensar que a Mazatlán, Culiacán y Los Mochis, como ciudades clave de la economía estatal una tormenta cualquiera les provoca graves daños en la infraestructura de servicios públicos y en la cadena productiva, Acapulco nos debe alertar sobre la catástrofe que sería el golpe de un huracán, aunque fuera categoría 1.
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