Cultura ambiental

    No es que Mazatlán hoy esté perdido, pero ha dado indicios del descuido en el que se encuentran sus espacios naturales y no hay que esperar a que se les señale para empezar a hacer el cambio que permita su conservación. Nunca es tarde.

    Uno de los mejores momentos que vive Mazatlán son los períodos vacacionales, en los que la llegada de turismo se incrementa y se destaca los niveles de ocupación que se registran en los hoteles.

    Y eso es benéfico para la ciudad por toda la derrama económica que significa, tanto para las empresas y servicios como para la comunidad en general ante las oportunidades de empleo que genera.

    Sin embargo, donde el municipio ha ido atrás ha sido en las estrategias que permita tener un mejor cuidado en el medio ambiente. Y eso se nota en las avenidas turísticas y en las zonas de playa.

    Apenas cesan las actividades de los visitantes en la ciudad, la generación de basura se hace notorio en diferentes puntos y su disposición final deja mucho que desear.

    Y sí, es que este destino turístico cada vez atrae a más visitantes, pero las medidas para contener la contaminación por basura generada no han sido las suficientes.

    Y aunque para quienes observan esta situación podría parecer ilógico que los desechos no sean manejados de manera correcta de parte de los visitantes, lo que sí es que se trata de conductas sobre las que hay que estar actuando de manera constante.

    Porque educar implica estar actuando de manera constante para promover los cambios que se buscan generar y en los temas ambientales, se trata de una tarea que debe ser permanente.

    Y la tarea es de todos los que buscan preservar la riqueza natural que se ofrece desde Mazatlán: desde las autoridades que buscan que el destino siga atractivo hasta los empresarios que buscan que el lugar sea rentable y la población, que es el lugar en el que viven.

    Y el descuido de alguno de ellos puede generar resultados adversos, como un destino que deje de gustar, un lugar que se vuelva más sucio, un espacio en el que ya no se pueda convivir.

    No es que Mazatlán hoy esté perdido, pero ha dado indicios del descuido en el que se encuentran sus espacios naturales y no hay que esperar a que se les señale para empezar a hacer el cambio que permita su conservación. Nunca es tarde.

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