De norte
a sur

    De norte a sur, el país está siendo presa de la violencia entre cárteles de la droga y ya no es materia de canciones ni anécdotas seudo épicas, sino un asunto de seguridad que ya se debe atender.

    Los tiempos en que el norte del País tenía fama por la violencia ejercida por grupos vinculados al narcotráfico aún están en la memoria de las personas de mayor edad, los llamados corridos famosos dan cuenta de las andanzas de diversos personajes en Nuevo León, Tamaulipas y Sinaloa,

    En el sur del País la violencia se mostraba entre conflictos por la tierra, enfrentamientos entre comunidades e incluso por motivos religiosos, sin faltar los choques con fuerzas del Gobierno ante alguna demanda política o social.

    Era un país con una mitad mirando los problemas de la otra mitad.

    Luego del derrumbe de los grandes cárteles colombianos y al tomar la estafeta los grupos mexicano, la violencia focalizada entre grupos antagónicos se recrudeció, hasta alcanzar a segmentos de la población ajenos a esa contienda.

    Pero esa historia es harto contada y ahora no hay zona del país que no esté inmersa en una guerra sin cuartel entre grupos criminales, con la población en medio de las hostilidades.

    Nuevo León vive esta semana una jornada de violencia equiparable a los peores momentos de los enfrentamientos en la frontera de Baja California de hace unas décadas.

    El martes se reportó que en la entidad fueron asesinadas 18 personas, 12 de las cuales fueron encontradas mutiladas en diferentes municipios.

    Y el miércoles se dio a conocer el bloqueo con vehículos quemados justo cuando se anunció la llegada de elementos de las fuerzas federales para reforzar la entidad y ataques en bares y otros sitios frecuentados por pobladores.

    Sin embargo, en el otro extremo del País, en Chiapas, precisamente en la frontera con Guatemala, poblaciones enteras viven en estado de sitio ante el enfrentamiento entre dos grandes cárteles mexicanos.

    Ante amenazas, retenes y reclutamiento forzado, los habitantes son obligados a lanzar vivas a una caravana de vehículos con hombres armados, que los van “a salvar” de la violencia ejercida por el grupo rival.

    Así, de norte a sur, el país está siendo presa de la violencia entre cárteles de la droga y ya no es materia de canciones ni anécdotas seudo épicas, sino un asunto de seguridad que ya se debe atender.

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