El crimen organizado ataca

    En Ecuador las cosas se han tornado muy complejas. El crimen organizado ha desafiado a las autoridades y ha impuesto a las autoridades sus condiciones con actos que ya el Gobierno ha declarado como terroristas.

    Sin duda, la posibilidad de garantizar en un Estado la seguridad, es limitar la operación que puede llegar a tener el crimen organizado y la lucha es casi permanente, pues apenas se les abre un resquicio, por ahí actúan.

    En México se han tenido, y tienen, momentos en que la delincuencia actúa con la contundencia de que son ellos quienes imponen sus leyes y no el Estado mexicano. Muestra de ello son las movilizaciones cuando alguno de sus jefes llega a ser detenido.

    Y ocurre en varias partes del País, en el que se les ha permitido su operación y la tranquilidad, aparente, no vuelve hasta que las fuerzas del Estado llegan a actuar.

    Pero eso no debería de ocurrir, porque la responsabilidad del Gobierno, en este caso el mexicano, es trabajar con inteligencia, además de contención, para evitar que actos violentos del crimen organizado trastoquen la vida de los demás.

    En Ecuador las cosas se han tornado muy complejas. El crimen organizado ha desafiado a las autoridades y ha impuesto a las autoridades sus condiciones con actos que ya el Gobierno ha declarado como terroristas.

    Tomaron una estación de televisión, han quemado vehículos, han secuestrado a policías y han generado alarma en diferentes puntos del País. Estos eventos se atribuyen a la supuesta fuga de uno de los líderes criminales más prominentes de esa nación, Adolfo Macías, “Fito”, quien purgaba una condena de 34 años relacionada con el tráfico de drogas y ligado a grupos mexicanos.

    El Gobierno de Ecuador está hoy obligado a restablecer la paz y la tranquilidad frente a la delincuencia imponiendo órdenes estrictas como el toque de queda mientras hechos violentos se siguen desarrollando.

    Lo ocurrido en esa nación debe ser un espejo para advertir hasta dónde puede llegar el crimen si no hay una política pública eficiente que contenga y frene las operaciones de los grupos criminales.

    México, aunque no le guste al Presidente que se hable de ello, ha registrado brotes de ingobernabilidad en varios puntos del País, y es momento de que su estrategia contra el crimen organizado cambie para que los mexicanos no sean rehenes de la inseguridad ni de la violencia.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!