Los estudios globales de manera frecuente han mostrado la realidad de la calidad de la educación en México, que ha sido un reflejo, sobre todo, de las diferencias sociales y económicas que han distinguido al País.
Las evaluaciones educativas han arrojado resultados dispares, demostrando que el aprovechamiento escolar no es igual en la zona rural que en la zona urbana, en incluso, en las mismas ciudades el resultado de las evaluaciones ha sido dispar dependiendo de la zona donde se ubique el plantel educativo.
Y parte de todo este proceso en el que la educación en México no ha despuntado, como sí ha ocurrido en otras naciones, ha sido por la falta de políticas claras y contundentes en los modelos educativos que se han ido diseñando.
La política educativa, como se sabe, es responsabilidad del Estado mexicano y se ha ido modificando conforme al perfil político del partido que asume el poder y entonces los planes educativos han dado tumbos y cambiantes con cada sexenio.
En el actual Gobierno, el que se define como de la transformación, se ha puesto en marcha un nuevo modelo educativo, el de la Nueva Escuela Mexicana, que pretende implementar un cambio en la forma y fondo de qué se enseña en el País.
Pretende garantizar que todos tengan acceso a la educación, desde educación inicial y preescolar hasta nivel profesional y en medio de ello, se han propuesto planes de estudio para alcanzar esa meta.
Ahora los maestros están siendo capacitados para entender qué se busca con este nuevo modelo educativo y cuáles serán sus responsabilidades cuando apenas habían entendido el modelo anterior.
Y en medio de todo este proceso, los alumnos de los diferentes niveles educativos tendrán que aprender también a entender los nuevos planes de estudio, que se adaptan a otra visión de la educación en México.
¿Cuál será el resultado de estos nuevos cambios? Habrá que esperar algunos años para entender si esos ajustes en la educación tienen el resultado deseado. O si habrá que esperar para volver a replantearlo.
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