Indignación

23/01/2025 04:00
    Sí, tal vez son más los sinaloenses buenos que los malos, pero han sido estos últimos los que han sembrado el temor en la sociedad ante autoridades que tratan de convencerse, y convencer, de que las condiciones van mejorando.

    Que Gael, de 12 años, y Alexander, de 9, hayan sido asesinados en Culiacán derivado de la inseguridad que ha generado la disputa de facciones del crimen organizado debería ser un punto de inflexión para que las condiciones de violencia en Sinaloa tomen otro rumbo, el del restablecimiento de la seguridad.

    Es sabido que a quienes gobiernan no les agrada que se use la violencia o la crisis como adjetivos de las condiciones por las que atraviesa la entidad, como un síntoma de negación de que las cosas hasta ahora no han sido suficientes para parar esta barbarie.

    Barbarie, sobre todo, porque entre las víctimas, muchas víctimas, ha habido gente inocente que ha sido asesinada, ha sido privada de la libertad, ha sido desaparecida y también ha sido víctima del robo de vehículos.

    Y barbarie, además, porque los hechos de violencia han sido, hasta ahora, superiores a los resultados que el Estado mexicano, con Sinaloa incluido, ha alcanzado con sus estrategias.

    Y lo ocurrido el domingo, con las muertes de Antonio y sus hijos Gael y Alexander, que fueron asesinados en un ataque armado, además de Adolfo, que resultó herido, ha generado una indignación colectiva que debe llevar a las autoridades a entender que la crisis de la violencia necesita un freno y el Estado debe tener voluntad para actuar y lograrlo.

    Las disputas de los grupos del crimen organizado, con actos violentos, ya ha tenido sus consecuencias tanto en lo económico como lo social y restituir lo perdido va a llevar más tiempo entre más se tarde la autoridad en garantizar que la seguridad a Sinaloa ha sido devuelta.

    Sí, tal vez son más los sinaloenses buenos que los malos, pero han sido estos últimos los que han sembrado el temor en la sociedad ante autoridades que tratan de convencerse, y convencer, de que las condiciones van mejorando.

    El Gobierno mexicano, el de Sinaloa y el de los municipios, ha comenzado a cosechar la indignación de la sociedad, y así como restablecer la seguridad y la economía requerirá de tiempo, tiempo también necesitarán los gobernantes para que la confianza les sea restituida.