Está por terminar octubre y también ha llegado a su fin los informes de gobierno que han presentado alcaldesas y alcaldes en los diferentes municipios de Sinaloa.
Se trata de un ejercicio que lo establece la Ley, en que presidentes y presidentas deben presentar ante el Cabildo de sus municipios el documento que da cuenta de lo que se ha hecho a lo largo del año de gestión.
En lo que coinciden la mayoría de quienes gobiernan en los municipios de Sinaloa es que destacan en sus documentos lo que han sido sus principales logros en su gestión.
Se habla de la cantidad de obras que son capaces de contabilizarse, de los montos de recursos públicos que se han destinado a diferentes proyectos y lo que consideran ha sido el impacto en la población beneficiada.
Pero pocos son quienes reparan en lo que no se ha podido hacer, en lo que no se ha podido concretar o en las dificultades que han enfrentado para realizar aquello que tenían pensado realizar.
El Informe de Gobierno se ha convertido en el espacio en el que quienes gobiernan en los diferentes municipios de la entidad se llenan de autoelogios y resaltan sus capacidades para realizar obras con recursos públicos.
Pero algo que les ha faltado a las diferentes gestiones es indagar de mejor manera qué es lo que la población está esperando que se le resuelva, si es la calle pavimentada o un mejor servicio de agua potable, si se trata de más camiones recolectores de basura o la falta de lámparas en sus barrios, si se necesitan remodelar oficinas o si es más urgente rehabilitar canchas deportivas.
Los planes de gobierno y los informes, obedecen más a lo que quienes gobiernan consideran que es lo que necesita la población y lo que creen que ha sido justo haberles dado.
Pero una práctica que prevalece en quienes gobiernan, y que no ha sido privativo de Sinaloa, es que la población sea a quien menos se escucha y ojalá que en los próximos años por invertir en obras y por informar, la voz de los gobernados estén en las acciones de gobierno.