Invertir en el futuro

    Es común que los gobiernos pregonen con fuerza los millones de pesos que se destinan en la compra de camiones recolectores de basura, pero rara vez se invierte en educar a la población sobre el manejo adecuado de los desechos.

    Si algo gusta a los gobiernos, es que las obras que promueven se conozcan y se hable de ellas. Solo así llegan a sentir que lo que están haciendo tiene un impacto. Y qué bueno que las inversiones en obra pública sigan aumentando y ampliando sus beneficios a más sectores de la población. Pero no es suficiente. Sobre todo, en la manera en que se ha estado trabajando.

    Si bien es cierto que cada vez más se invierte más en la mejora de espacios y servicios públicos, también cierto es que generalmente se han ido canalizando para resolver necesidades inmediatas.

    Pero, ¿qué se está haciendo para el futuro? ¿Cuáles de esas obras están pensadas para el largo plazo? ¿Cuáles de ellas realmente alcanzarán a resolver las necesidades de los próximos 5, 10, 20 o 50 años?

    Y si bien es cierto que se necesitan que las obras estén proyectadas con la calidad y la durabilidad suficiente, también se requiere que estén diseñadas para que su impacto en el medio ambiente sean los menores.

    Y es donde menos se está trabajando en el desarrollo urbano, sobre todo en las que se están desarrollando en Sinaloa.

    Por ejemplo, ha sido común que en los programas de obras, la pavimentación de calles sea presentada como un sinónimo de modernidad y desarrollo, pero ninguno de los proyectos que se promueven se acompañan de campañas de arborización, por ejemplo.

    También, es común que los gobiernos pregonen con fuerza los millones de pesos que se destinan en la compra de camiones recolectores de basura, pero rara vez se invierte en educar a la población sobre el manejo adecuado de los desechos.

    Y esa es una de las debilidades del presente, principalmente en las políticas públicas estatales y locales: se gasta mucho en obras, pero se invierte poco en el futuro que se busca heredar en las próximas generaciones.

    El camino que ha seguido el mundo, y el de comunidades cercanas como las de Sinaloa, ha tomado un camino de deterioro que hoy empieza a cobrar factura con condiciones climáticas que a nadie gusta. Invertir en el futuro, y hacer la tierra más agradable, será posible si empiezan a tomarse acciones desde ya.

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