Juego nuevo

    Sin apenas recursos, las autoridades se enfrentan a un universo de criminales que disparan dólares, balas de plata y oro, que tienen el apoyo del poder económico y político, una lucha tremendamente desigual. Es tiempo de destrozar el tablero y cambiar las reglas del juego porque con las actuales siempre vamos a salir perdiendo.

    La criminalización de la vida cotidiana avanza en México, en algunas zonas más rápido que en otras, en algunas regiones con sus propias características, pero prácticamente todo el País es devorado lentamente por la delincuencia organizada.

    La explosión de un par de artefactos explosivos en Guanajuato es solo uno de los escalones que sube la violencia, golpeando un día en un estado, otro día en el siguiente, pero nunca se detiene, como una marea que lo va cubriendo todo.

    Primero fue el transporte de droga, a través de territorio mexicano, después fue la venta de narcóticos en el propio País, millones de tienditas brotaron como hongos en todo el territorio, protegidas por un halo invisible de impunidad.

    Con el respaldo económico de la venta de drogas, las bandas organizadas crearon verdaderas empresas que lo cubren prácticamente todo, desde el cobro de piso a los comerciantes establecidos, hasta el secuestro selectivo de personas con recursos.

    La venta de cerveza, los cigarros, los minicasinos, todo el vicio que produce dinero cayó casi de manera natural en la sombra de las organizaciones criminales.

    Los negocios ilegales como el tráfico de personas en las fronteras, el contrabando de armas, la prostitución, la trata de blancas, la extorsión, cualquier delito, todo amalgamado con la corrupción rampante que siempre ha existido en México.

    Los elementos ya estaban aquí, la ilegalidad ya existía, el contrabando es muy viejo, lo único que hicieron los delincuentes actuales fue organizar un mundo que caminaba disperso.

    Sin apenas recursos, las autoridades se enfrentan a un universo de criminales que disparan dólares, balas de plata y oro, que tienen el apoyo del poder económico y político, una lucha tremendamente desigual.

    Es tiempo de destrozar el tablero y cambiar las reglas del juego porque con las actuales siempre vamos a salir perdiendo.

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