Hoy concluye la máxima fiesta mazatleca, el Carnaval, emblema de la tradición y de la cultura popular y social en Mazatlán que es sin lugar a dudas el evento de este tipo no sólo más importante de Sinaloa sino de los más destacados de México.
El orgullo que los mazatlecos sienten por su Carnaval es casi siempre equiparable con la polémica que genera el evento. Desde la elección de alguna soberana, hasta el vestido de una Reina han provocado auténticas crisis en carnavales anteriores.
Pero siempre se ha entendido como parte del jolgorio, de la risa y la celebración. Es una fiesta popular y como tal despierta pasiones, emociones y comentarios tanto positivos como negativos.
Esta edición, por supuesto, por más trabajo que hayan hecho los organizadores, estuvo cargada por el estigma de la violencia, pues el contexto que enfrentamos desde el 9 de septiembre podría asustar a cualquiera que ve desde afuera lo que pasa en Sinaloa.
Sin embargo, debe ser un orgullo ahora sí, que Mazatlán y Sinaloa pudieron sobreponerse a las vicisitudes que la crisis de seguridad trajo los días previos al arranque del Carnaval, y aún con muchos factores en contra lograron sacar la fiesta adelante y lo que todo indica será un saldo blanco.
Por supuesto que gran parte de este se debió al blindaje que aplicaron las Fuerzas Armadas y las corporaciones policiacas. Nunca antes en la historia del puerto se había visto por la ciudad tal cantidad de vigilancia y despliegue de elementos.
Así que valió la pena la no rendición, la no claudicación ante los embates de la criminalidad. Mazatlán y Sinaloa pudieron tener su Carnaval en paz, y eso en tales circunstancias es digno de admirarse.
Ojalá que la resiliencia y el empuje mostrado en estas fiestas se haga extensivo al resto del estado y por más tiempo.