Apurando los últimos días en el puesto, el Gobernador Quirino Ordaz Coppel se retirará firmando la última semana con su estilo, inaugurando obras a diestra y siniestra, algunas todavía en construcción.
Desde la semana pasada mantiene una intensa gira por todo Sinaloa, cerrando compromisos, inaugurando obras de todo tipo y despidiéndose de sus aliados políticos en los 18 municipios.
Algunos alcaldes que sobrevivieron al “tsunami” se irán al mismo tiempo, así que las visitas a algunos municipios tienen una carga de despedida inevitable para todos los presentes.
A Ordaz Coppel se le recordará como el gran hacedor de obra pública, sobre todo por los hospitales, las carreteras, los acueductos y sus apoyos a las escuelas, aunque también se le reclamarán algunas áreas que no recibieron la misma atención.
Quizá las áreas más olvidadas fueron las de cultura y el deporte, aunque siempre se podrá defender argumentando que la pandemia evitó que invirtiera en unas áreas abandonadas de manera obligada, debido a las restricciones sanitarias.
También se le puede criticar el férreo control político que implementó en su Gobierno y que impidió el crecimiento de otras figuras, el que se salía de la línea marcada por el Gobernador era inmediatamente crucificado.
Pero aquí también podrá alegar que contrató personas para trabajar, no para que anduvieran haciendo carrera política.
Al final, la ciudadanía será la que lo califique y eso sólo se podrá hacer cuando avance el Gobierno de Rocha Moya, porque no se le puede comparar con los desastres de sus antecesores, incapaces de construir un solo hospital.
Ahora, hay que tener cuidado, Rocha Moya no contará con la bonanza económica con la que contó Ordaz Coppel, o su habilidad para gestionarla.
Serán gobiernos diferentes y esperemos que sean complementarios.
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