La pandemia del Covid-19 ha dejado, a un año de que se declarara como tal, muchas lecciones en lo individual: desde el nivel de los afectos al interior de las familias hasta la importancia de las relaciones sociales cuando el mundo ha estado confinado durante mucho tiempo.
Pero también, en países como el de México, ha dejado una muy importante: la urgencia de contar con un sistema de salud que esté a la altura de las circunstancias y al nivel de las necesidades de la población.
Porque si algo ha fallado en México en medio de una pandemia como la que actualmente se tiene, son las condiciones en que se atiende la salud de los mexicanos: una cobertura deficiente, una atención insuficiente y espacios saturados.
Y eso ha ocurrido por décadas de abandono del sector salud, por una desatención sistemática al crecimiento en la demanda y un desinterés por resolver los problemas crecientes.
La propagación del Covid-19, en sus momentos críticos, desnudó la situación de los hospitales en México: la incapacidad para atender una emergencia y la insuficiencia de los espacios para alojar a los enfermos.
La red hospitalaria en México no ha estado en las mismas condiciones en que se ha desarrollado la población y los espacios son insuficientes y ya obsoletos. Basta ver alguna clínica tradicional para ver cómo ha envejecido junto a sus usuarios y no ha sido capaz de adaptarse a los nuevos derechohabientes.
La pandemia del Covid-19 ha sido lamentable, sobre todo por las casi 200 mil personas que han perdido la vida, pero también, por la precariedad que tiene el País en cuanto al sistema de Salud.
Mejorar la forma en cómo se atiende a los mexicanos, el Gobierno de México y los próximos legisladores deberían tomarse en serio la de hacer una revisión a fondo de lo que hoy se tiene y cómo se puede caminar hacia un sistema de salud que garantice atención eficiente y de calidad para todos los mexicanos.
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