Migración, tarea pendiente

    En un mundo desigual, urgen acuerdos para reducir esas desigualdades, que a muchos les garantiza un mejor futuro y a otros condena a la pobreza. Estos últimos, son los que buscan mejorar sus condiciones de vida y en esa búsqueda, están dispuestos a todo, incluso, a perder su vida. Ninguna frontera debería estar cerrada a quienes aspiran a mejorar la forma en cómo han vivido. Las oportunidades deberían estar abiertas para quienes quisieran tomarlas. Solo debiera ser suficiente tener reglas claras, orden, y sobre todo, voluntad.

    La migración es un fenómeno que ninguna barrera ha podido frenar y en los esfuerzos por llegar a un espacio donde se garantice una mejor calidad de vida a la que tienen, la gente está dispuesta a arriesgar todo, incluso la vida.

    Lo mismo ha pasado en el Mediterráneo con los flujos de migrantes africanos, que en el Medio Oriente con quienes huyen de los conflictos, que en América Latina, donde la inseguridad y la pobreza los obliga a intentar llegar a Estados Unidos.

    Y en cada uno de esos escenarios, hay casos de éxito donde encontraron un lugar donde vivir, donde mejoraron sus condiciones de vida y donde han labrado un mejor futuro que el que les ofrecía su país de origen.

    Pero también, por cada caso de éxito, hay muchas historias de fracasos, donde no pudieron llegar a la tierra prometida, donde fueron detenidos por la autoridad o fueron emboscados por la delincuencia organizada, donde la naturaleza, el mar, las selvas o los desiertos cobraron facturas con un precio alto por pagar, o donde los traficantes de personas los dejaron abandonados a su suerte, perdiendo la vida.

    La historia más reciente, que se cuenta en todas partes, es la de 50 migrantes muertos y 16 hospitalizados que fueron abandonados en la caja de un tráiler, sin ventilación ni agua, en San Antonio, Texas.

    Una tragedia como ya ha ocurrido antes, en otras condiciones, a menor escala, pero que se sigue presentando a nivel global.

    En un mundo desigual, urgen acuerdos para reducir esas desigualdades, que a muchos les garantiza un mejor futuro y a otros condena a la pobreza.

    Estos últimos, son los que buscan mejorar sus condiciones de vida y en esa búsqueda, están dispuestos a todo, incluso, a perder su vida.

    Ninguna frontera debería estar cerrada a quienes aspiran a mejorar la forma en cómo han vivido. Las oportunidades deberían estar abiertas para quienes quisieran tomarlas. Solo debiera ser suficiente tener reglas claras, orden, y sobre todo, voluntad. Porque si eso no ocurre, más tragedias se estarán contando.

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