Ordenamiento vial

    Decidir políticas públicas viales no debería ser complicado para quienes gobiernan. Solo basta con repasar la jerarquía de la movilidad urbana para entender que la prioridad debería ser la del peatón y el ciclista como lo más deseable.

    De vez en cuando, las noticias reportan sobre personas de Sinaloa que han perdido la vida en algunas de las calles de la entidad, principalmente tras ser atropellados en algún cruce vial. Y no sería raro que sigan sumándose más víctimas, debido al desorden vial.

    Y no se trata de los peatones, como a veces suele ser la reacción de quienes se informan de estos hechos y buscan qué podría haber hecho la víctima para no estar en la calle donde un vehículo transitaba sin las condiciones preventivas suficientes.

    Como se ha señalado una y otra vez, el desarrollo urbano ha estado diseñado de manera preponderante para la circulación de los vehículos y pocas veces, pensando en facilitar el tránsito de los peatones por esos espacios públicos.

    En algún momento, de parte del Gobierno se creía que construir puentes peatonales era la solución para que la gente de a pie pudiera cruzar avenidas de manera segura, sin poner en riesgo su integridad... y sin frenar la marcha de los vehículos automotores.

    Esas acciones son cada vez menos, aunque la tentación siempre está ahí como solución a la incapacidad de impulsar un ordenamiento integral que garantice espacios viales seguros para todos, no solo para unos cuantos.

    Decidir políticas públicas viales no debería ser complicado para quienes gobiernan. Solo basta con repasar la jerarquía de la movilidad urbana para entender que la prioridad debería ser la del peatón y el ciclista como lo más deseable.

    Sin embargo, se ha priorizado a la inversa y hasta hoy, las vialidades están diseñadas para privilegiar a los automóviles y las motocicletas y es precisamente ahí donde está el origen de los accidentes frecuentes que genera constantes accidentes y pérdidas humanas.

    La mortalidad en la vía pública debe ser una cifra que tiene que moverse a la baja y puede lograrse si las autoridades en Sinaloa y en sus municipios piensan en políticas públicas que privilegien al peatón. No es tan complicado como parece. Solo se necesita voluntad.

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