Pesca abandonada

    Resolver los problemas de la pesca sería resolver los problemas de un País, de ese tamaño es el descomunal reto de entrarle al tema y créalo nadie en su sano juicio ni siquiera lo intenta.

    Es un hecho que se confirma día a día, no hay en México actividad económica más abandonada que la pesca.

    Los defensores a ultranza de lo imposible, seguramente argumentarán que la pesca del atún, la pesca deportiva, la producción del camarón, ya sea en granja o de captura demuestran lo contrario, pero la verdad es que esas dos actividades son la excepción que confirma la regla.

    Si echamos una mirada a la pesca en general, a la pesca del pueblo, esa que se hace con apenas una lancha, un viejo motor y los enseres raídos y quemados por el sol, esa pesca está por los suelos.

    Los programas del Gobierno federal y algunos pequeños programas estatales no son otra cosa que meros intentos para impedir que los pescadores no se mueran de hambre, son programas asistenciales, no productivos.

    La situación de la pesca es tan desastrosa, que la mayoría de los gobiernos mejor la dejan pasar, no hay nada ahí que les reditúe algún capital político, el barril es grande y sin fondo.

    Si analizamos la producción nos quedamos con las manos vacías, si revisamos la salud de las especies encontraremos una sobreexplotación a gran escala, si vemos las condiciones de los pescadores es para ponerse a llorar.

    Y a todo el desastre económico, agréguele el desastre social de miles de comunidades atrapadas en el juego perverso de la delincuencia organizada, que ha hecho de los campos pesqueros su zona de logística y escalera náutica.

    Resolver los problemas de la pesca sería resolver los problemas de un País, de ese tamaño es el descomunal reto de entrarle al tema y créalo nadie en su sano juicio ni siquiera lo intenta.

    La transformación no llegará a los campos pesqueros, ni siquiera forman parte del discurso.

    Los pescadores han sido utilizados, engañados y olvidados una y otra vez, como si los procesos electorales fueran huracanes que pasan cada seis años y solo dejan mayor desolación.

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