México juega un juego, por lo menos, peligroso. El Gobierno de la 4T y sus envíos de petróleo a Cuba se han manejado con cierto secretismo desde el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, pero la presión sobre Venezuela ha sacado a flote el apoyo mexicano a la dictadura cubana.
Desde el inicio de la Revolución Cubana, a finales de los años 50, México ha jugado a tres bandas, siempre tratando de dejar en claro su apoyo a un país hermano, Cuba; pero tratando de no herir los sentimientos de su socio comercial, Estados Unidos. El problema de querer comerte las dos tortas es que te puedes quedar con ninguna.
Los gobiernos mexicanos, desde el PRI siempre utilizaron el apoyo a Cuba como una reivindicación frente a Estados Unidos, una manera de mostrar su independencia y a la vez su generosidad con el vecino latinoamericano en horas bajas.
Sin embargo, al ajedrez político y militar que se juega hoy en aguas del Caribe no deja mucho margen de maniobra. Enviar buques petroleros al enemigo de Estados Unidos, cuando su flota está confiscando los buques que salen cargados de petróleo de Venezuela, significa jugar con fuego.
Puede que ante su electorado, la 4T pueda sacar algunos réditos de su generosidad con Cuba, pero el riesgo de que Estados Unidos te lo cobre, aunque sea por otra vía, es muy alto.
Con la renegociación del T-MEC en puerta, nuestro gobierno debería de jugar mejor sus fichas y en lugar de regalar petróleo a una dictadura comunista, debería de emplear nuestros recursos en asegurar el abasto de combustibles en nuestro propio territorio.
Por cierto, ¿a quién le pidió permiso la 4T para andar regalando nuestro petróleo?