Hace tiempo que nuestros políticos se cansaron de ellos mismos y comenzaron a disfrazarse de otros políticos, sobre todo les gusta personificar a los que se recuerdan por alguna gesta heróica o por lo menos por haber dejado un buen legado.
Y no lo decimos solo por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, que no pierde oportunidad para compararse con Miguel Hidalgo, el padre de la patria, o con Lázaro Cárdenas, el campeón de la nacionalización del petróleo, o con su preferido, Benito Juárez, el gran reformador.
No, muchos políticos lo han hecho, es una forma de aprovechar el cariño histórico que se tiene por un héroe del pasado, mientras se construye la propia imagen en el imaginario colectivo.
Aquí en Sinaloa, nuestros políticos hacen su luchita para parecerse a otros, o por lo menos para refugiarse bajo su sombra.
Jesús Estrada Ferreiro, Alcalde de Culiacán, mandó hacer un mural donde aparecen los grandes personajes de la historia de México y entre ellos destacó la imagen del Presidente, con la idea de ponerlo a la misma altura de los consagrados, mientras él se beneficia del halago al tabasqueño.
En Mazatlán, el Alcalde Luis Guillermo “El Químico” Benítez no se cansa de anunciar una y otra medida, poniendo de ejemplo a López Obrador, al que le gustaría parecerse más que a un hermano gemelo.
Alejandro Higuera, el ex panista, asegura que se parece a Winston Churchill, el histórico líder inglés, nada más porque comparte con él, el gusto de andar cambiándose de partido.
El asunto es que nuestros políticos se visten de otros para no parecer ellos, cuando lo que nos gustaría es que dejaran de andar jugando al concurso de disfraces y cumplieran con el único trabajo que les pedimos, resolver nuestros problemas.
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