En medio de la crisis de violencia que se ha tenido en Sinaloa durante casi 11 meses, han sido varios los esfuerzos que se han hecho para tratar de recuperar el espacio público.
Porque sí, una de las consecuencias de la pugna entre integrantes del crimen organizado es que el espacio que a todos pertenece, sea cooptado por los enfrentamientos entre las facciones criminales de la entidad.
Lo que antes parecían tareas habituales, como salir con tranquilidad a hacer compras, a comer a algún restaurante, divertirse en un bar o tan simple como sentarse en la banqueta, hoy son todavía actividades temerarias para muchos.
El riesgo de un enfrentamiento está latente porque no ha habido señales claras de que los operativos del Gobierno sean capaces de frenar y replegar a los grupos delictivos.
Pero algo tiene que hacerse para que la sociedad recupere lo que es suyo: el espacio público.
Y no solo se trata de dar atención y solución a los espacios urbanos, sino también el de las comunidades rurales, esas que han sido abandonadas por sus habitantes porque la violencia los ha ahuyentado.
Aunque de parte de las autoridades se ha intentado compensar a esas familias con apoyos en las ciudades donde se han instalado, no ha sido suficiente para reparar la pérdida que han tenido durante todos estos meses.
Las estrategias de seguridad que se han implementado, en coordinación con corporaciones locales y federales, han sido buenas para tratar de contener los hechos delictivos en la región.
Pero una estrategia más efectiva deberá considerar a todos esos sectores al que la violencia le ha arrebatado su espacio público para que puedan retomarla con tranquilidad.
La sociedad tiene derecho a vivir en espacios seguros y es responsabilidad, principalmente de las autoridades, garantizar que así sea. Y la sociedad, deberá involucrarse para que esos espacios se desarrollen en armonía y garantizar que su entorno se viva con apego a la legalidad. La tarea aún está pendiente.