Rendir cuentas

    Por más que la función pública tenga un acto de buena voluntad, si así fuera el caso, quien la desempeñe, está obligado a rendir cuentas. Por más que el pregón oficial argumente que ejercer un cargo trae beneficios para todos, existe la obligación de transparentar el uso de recursos. Por más que los actos de la función pública se hagan en días laborables, debe quedar constancia de qué, cuánto y cómo se financiaron. No hay de otra.

    Sin embargo, uno de los problemas de la función pública en México es que quienes llegan a ella, asumen que se trata de un patrimonio personal y que están en las posibilidades de ejercerla de manera discrecional, y nada más está alejado de la realidad.

    Así sea un regidor, un Alcalde, como el de Mazatlán, un Gobernador o un Presidente de México, cada peso que se asigna para su desempeño como autoridades, debe quedar consignado y justificado.

    Porque de nada sirve acumular paseos y sumar millas en vuelos comerciales, si ese es el caso, como una muestra de la supuesta eficacia de la responsabilidad pública.

    Y de nada sirve, tampoco, que la única justificación de sumar viajes en el desempeño de la función pública sea una declaración verbal en la que se prometan que habrá beneficios.

    Gobernar implica otorgar resultados tangibles más allá de los discursos. Gobernar bien, implica dar resultados, independientemente de si los cuestionamientos sobre cómo se está gobernando, incomodan o no.

    La rendición de cuentas es parte de un sistema democrático y quienes están en una responsabilidad pública deben estar conscientes de ello. A nadie le hacen un favor por ejercer su responsabilidad. Es su obligación y deben estar sujetas a ella.

    Y deben estar bien educados para que informar y transparentar el uso de los recursos sea un ejercicio cotidiano y no un juego de palabras con el que se busque esquivar cuánto gasta, cómo lo gasta, en dónde lo gasta.

    Rendir cuentas es parte de un buen gobierno y quien se niegue a ello, es que algo está ocultando y quien oculta, es que no está haciendo bien su función.

    Uno de los problemas de la función pública en México es que quienes llegan a ella, asumen que se trata de un patrimonio personal y que están en las posibilidades de ejercerla de manera discrecional, y nada más está alejado de la realidad. Así sea un regidor, un Alcalde, como el de Mazatlán, un Gobernador o un Presidente de México, cada peso que se asigna para su desempeño como autoridades, debe quedar consignado y justificado
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