Salvar el agua

    Los problemas de abasto de agua en Sinaloa se hacen recurrentes cada año, y más notorios, antes de que empiece la temporada de lluvias. Es un problema que se relaciona con las condiciones climáticas pero que repercute en todos.

    Pero también, sumado a ello, hay otro problema que se ha vuelto recurrente y tiene que ver más con la acción humana: la de la administración de los sistemas operadores de agua.

    Porque en ese tema, como en muchos otros, Sinaloa vive una realidad desigual: entre los municipios grandes que tienen organismos financieramente consolidados y municipios rezagados, donde las finanzas impiden que se preste un servicio de calidad a la población.

    Porque en las ciudades grandes, el funcionamiento de los organismos operadores de agua les permite programar inversiones que mejoren la calidad del servicio porque cuentan con los recursos para hacerlo.

    Y en las ciudades pequeñas, su funcionamiento les alcanza para ir sacando cuentas al día para decidir cuáles de los compromisos pueden saldar, mientras en otros, la deuda sigue creciendo.

    En las ciudades grandes, los gobiernos tienen el compromiso de tener el servicio funcionando con la calidad que se necesita y reaccionan rápido para resolver problemas, como ocurrió en Navolato, de manera reciente.

    En los municipios pequeños, los gobiernos se olvidan de la obligación de prestar atención a este servicio, aunque sea básico y la población puede durar días sin el suministro público del agua potable y gastar recursos adicionales para su abasto, como en Escuinapa, por ejemplo.

    Pareciera que por la forma en cómo operan los servicios en Mazatlán o Culiacán, no es necesario revisar la operación de las juntas de agua potable, pero a como está el resto de los municipios, urge que haya una atención y salidas viables a su operación.

    Y en esto se requiere que se involucren todos, desde el Gobierno del Estado, los gobiernos municipales, los legisladores locales, que han estado ausentes de esta problemática, los sectores productivos y los usuarios mismos.

    Porque si bien urge dar una solución inmediata, urge también encontrar caminos que garanticen su operación a largo plazo y donde la falta de servicio solo sea una anécdota del pasado.

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