Ya se va a cumplir un año en que Sinaloa ha estado sumido en una ola de violencia de la que aún no se ha visto su fin. La entidad ha sido protagonista de manera continua de la conversación pública a nivel nacional, algunos con tino y otros, con lo que creen saber de la entidad.
Y así se va a mantener mientras las condiciones de seguridad no sean restablecidas y mientras no sigan presentándose hechos de alto impacto, como los bloqueos carreteros que se han presentado al sur de la entidad.
Y sí, para muchos tal vez ser sinaloense hoy no sea una buena divisa. Aunque pensarlo, sería hacerlo de una manera reduccionista, como ocurre con los análisis externos de la crisis de inseguridad estatal.
Es cierto, la violencia protagonizada por grupos de la delincuencia organizada ha impactado en la vida cotidiana que se tiene en Sinaloa, que si bien es cierto la inseguridad ha obligado a tomar medidas de autoprotección, también la vida continúa en el Estado.
Destacar, por ejemplo, aquellos que habitan en las zonas más críticas y que han podido mantenerse en pie para seguir operando sus negocios y comercios, para quienes siguen labrando el campo y quienes siguen lanzando sus redes para obtener algo de pesca.
Están también quienes aunque la violencia frena sus impulsos, siguen creando arte y promueven actividades artísticas, principalmente la que tiene que ver con la identidad de Sinaloa.
La banda sinaloense, por ejemplo, sigue sonando y sigue produciéndose y se sigue disfrutando pese a todo.
Y aunque son muchos los pesares que sobre Sinaloa pesan, también son muchas las ganas por seguir sintiéndose sinaloense, el que apuesta por la convivencia y no niega el saludo al de al lado, el que sabe la importancia de vivir en sociedad y está dispuesto a ayudar a otro y también, el que se identifica con su comunidad y se esfuerza por hacerla habitable para los demás.
Y pese a las nubes negras, aún es posible sentir a Sinaloa luminoso precisamente por su gente, la que apuesta por su desarrollo, por su alegría, por la convivencia y la integración, y también la que no dobla las manos y las extiende, para el conocido y también para el que no conoce y que muchos han podido comprobar.