La delincuencia es un azote que fustiga a la humanidad desde tiempos remotos; las agresiones y despojos de humanos a otros humanos han provocado el establecimiento de marcos legales para regular la convivencia social.
Pero, pese a castigos, penas corporales, confinamientos e incluso penas de muerte en algunas épocas de varias naciones, persiste la inquietud de algunas personas por hacerse de los bienes de los demás o aprovecharse de la indefensión de los otros habitantes.
Y con cifras matizadas por las autoridades como satisfactorias, la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana, publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, informó que en diciembre de 2023, el 64.8 por ciento de las mujeres y el 52.3 por ciento de los hombres consideraron que vivir en su ciudad era inseguro.
Y como si dos o tres puntos porcentuales e incluso décimas de punto a la baja fueran un gran salto, el Inegi celebró en su comunicado que: ”Lo anterior representa un cambio estadísticamente significativo, con relación a los porcentajes registrados en septiembre de 2023 y diciembre de 2022, que fueron de 61.4 y 64.2 por ciento, respectivamente”.
Y eso a nivel nacional, porque en Sinaloa, el Consejo Estatal de Seguridad Pública reveló que durante 2023 el estado sufrió un aumento en la incidencia en 13 delitos, entre ellos violencia familiar, robo a transportista y feminicidio.
Mientras que, de acuerdo con el informe mensual del Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, el delito de robo a casa habitación pasó de tener 344 casos documentados en 2021, a reportar 687 a cierre de 2023 para un incremento del 99 por ciento.
Una incidencia delictiva fluctuante pero que no presenta tendencias radicales a la baja, una preocupación legítima de los ciudadanos ante la indefensión contra los delincuentes, cifras que no son para cantar victoria.
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