A Carlos Manzo lo mataron y lo peor es que en un país como el nuestro podríamos decir “ya se veía venir”.
Manzo era un Alcalde que destacaba a nivel nacional por ser confrontativo con el crimen organizado que asolaba esa región de Uruapan, Michoacán.
Era un Alcalde incómodo, no sólo para la delincuencia sino para el propio Gobierno estatal y federal.
Se caracterizaba por encabezar él mismo operativos policiacos y porque destinó todos los recursos a combatir la inseguridad y hasta fortaleció a la Policía Municipal. Pero sobre todo porque esto lo hacía denunciando a nivel nacional la situación de su municipio, ya fuera en entrevistas con medios nacionales o en videos en redes sociales.
Ex morenista, Manzo llegó a la Presidencia Municipal por la vía independiente y se había convertido en una figura destacada políticamente a nivel nacional.
Algunos analistas lo comparaban con el Presidente salvadoreño Nayib Bukele, porque consideraban que en su agresiva política anti criminalidad no había respeto a los derechos humanos y prácticamente había dado “carta blanca” a sus policías para abatir narcotraficantes.
Con altos niveles de popularidad entre la población de Uruapan, el Alcalde fue asesinado precisamente enmedio de cientos de ciudadanos reunidos en una plaza en plena festividad de la víspera del Día de Muertos.
En un país como México, donde la mayoría de los presidentes municipales prácticamente se deslindan del tema de la seguridad, Manzo destacaba para bien y para mal.
Un golpe más para los mexicanos en este ambiente de violencia desatada por doquier.