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Columna

Liberalismo práctico

LETRAS DE MAQUÍO

    Para el liberalismo contemporáneo, el sistema liberal no es doctrinario ni filosófico: es, simplemente, un método práctico y un principio de disciplina colectiva. En materia política significa, como dice Mariano Girondona, que los hombres se ponen de acuerdo en que van a votar cada vez que están en desacuerdo; pero este voto implica la razón de los que ganan, implica simplemente que se le da a la mayoría el derecho a instaurar sus políticas durante un tiempo para ver su funcionamiento. Durante este lapso, la oposición es reconocida ya que el derecho de las minorías es un derecho eminentemente liberal.

    El liberalismo doctrinario de Rousseau imaginó liberal no que el voto era un acto intelectual, mediante el cual el individuo interpretaba la voluntad del pueblo, que suponía era una especie de entidad colectiva. Según este liberalismo doctrinario, cuando alguien vota, y su voto es minoritario, es porque no ha sabido interpretar la supuesta voluntad del pueblo y, por tanto, cuando conoce los resultados de la elección debe someterse abyectamente al voto mayoritario.

    Según el liberalismo práctico, el perder una elección simplemente significa que no tuvo en esa ocasión la oportunidad de poner en práctica desde el gobierno sus ideas; pero se reserva el derecho de criticar a los triunfadores y de luchar por ganar la mayoría en la siguiente elección.

    Para el liberalismo doctrinario, el persistir en el pensamiento de la minoría es traicionar a la mayoría, para el liberalismo moderno, la minoría es simplemente la imposición leal, como puede verse en los tiempos modernos; liberalismo, en el sentido que estamos hablando, es igual a democracia y la democracia es la única forma civilizada que ha descubierto, en los últimos tiempos, el hombre para gobernarse sin violencia y para alcanzar rápidamente sus fines.

    Tanto en lo político como en lo económico, el liberalismo confía en el individuo. Sabe que el hombre es egoísta, pero también confía en que será razonablemente egoísta. Que va a luchar por sus propios intereses, pero pronto se convencerá de que la mejor manera de asegurar estos intereses particulares es no conculcando los intereses de los demás; buscando reglas del juego que permitan a los demás individuos también perseguir legítimamente sus intereses propios.

    Si cada hombre trabaja sabiendo que va a poder gozar el fruto lícito de sus labores; si cada hombre sabe que puede acumular lo que vaya realizando por su ingenio, por su esfuerzo, por su frugalidad y por su honestidad; si cada hombre sabe que tiene garantizado el poder acumular el resultado de su trabajo y del ahorro de toda una vida sin que el gobierno le ponga ninguna otra cortapisa más que proteger el derecho similar de los demás hombres, no cabe duda de que pondrá todas sus capacidades para trabajar cada vez más y mejor, más en cantidad y mejor en productividad.

    En este tipo de sociedad, los hombres, al perseguir su propia ventaja, están logrando la de la colectividad como una eficacia y una rapidez que no se logra bajo ningún otro sistema político; basta y sobra ver el ejemplo de los actuales países de alto nivel de vida, basta y sobra ver el ejemplo de los países que todavía son pobres, pero cuya economía crece con más celeridad.

    Cuando un país se atiene a la economía de mercado y respeta la libertad económica de las personas, van desapareciendo la miseria, la ignorancia y la insalubridad; y el progreso es rápido; cuando en esos países se introduce de repente la limitación del gobierno, la interferencia al mercado y las diferentes formas de socialización de la economía, el progreso se interrumpe y se entra en crisis; cuando un país tiene una economía sujeta a estas limitaciones y por un cambio de la política económica se deja en libertad la actuación individual, el país progresa rápidamente.

    Es obvio el ejemplo de los países hoy industrializados que se desarrollaron con libertad: Europa Occidental, Estados Unidos, Japón; es conocido también el rápido desarrollo que están alcanzando países que han adoptado el modelo de libertad, como Corea del Sur, Taiwan, Hong Kong y Singapur. No en todos lados es conocido el caso de Brasil, en donde su desarrollo era muy precario mientras vivía dentro de una sociedad de controles y protección y se aceleró en dos o tres veces el ritmo de desenvolvimiento cuando controles y protección fueron quitados. México puede ser, por desgracia, el ejemplo del país con un rápido desarrollo cuando relativamente el gobierno tenía poca interferencia en el mercado y que vio descender su ritmo y estabilidad de crecimiento hacia uno más lento y espasmódico desde hace doce años cuando se exacerbó el control del Estado sobre la economía.

    Por eso en el mundo de hoy, difiriendo miles y millones de hombres en sus concepciones religiosas y filosóficas, teniendo distintos niveles de vida y distintos objetivos sobre cuál debiera ser el óptimo de la organización social en la que viven, están fundamentalmente de acuerdo en que en política es mejor el sistema democrático que el totalitario, y en economía es mejor el sistema de economía social de mercado que el llamado de la economía centralmente planificada.

    Cuando un führer, un duce, un caudillo, un partido o un sistema deciden haber encontrado la fórmula ideal para que un país supere sus carencias y logre su felicidad material y la concreción de sus aspiraciones espirituales, inevitablemente decide que el pueblo no está preparado para saber lo que necesita y, por consiguiente, es preciso coartar sus derechos de expresarse libremente.

    Se le podrán dejar algunas libertades en ámbitos restringidos, como por ejemplo hablar dentro de su sindicato, soviet, corporación u oficina; se le podrá dejar expresarse en algunos medios restringidos de comunicación social, pero todo el sistema tendrá que girar alrededor de su propia supervivencia, de su infalibilidad y de su perpetuación.

    Cuando los sistemas políticos se perpetúan tienden necesariamente a aumentar su poder, tanto político como económico, hasta llegar al totalitario no absoluto, que lo constituye el gobierno dueño y señor de todos los órganos del Estado sin excepción, de todos los medios de producción, de todas las escuelas, de todos los medios de comunicación social y de todos los organismos intermedios.

    Miércoles 15 de febrero. 1984

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