"Acapulco y Cancún, de sexo y violencia"

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11/02/2013 00:00

    ERIC VEGA

    Sue nunca pensó que
    su vida quedaría marcada
    por un viaje de
    placer a Puerto Vallarta
    donde fue violada por
    un taxista y dos beach boys
    cuando caminaba desde un
    restaurante, a dos cuadras de
    su hotel, a su lujosa habitación.
    Lo mismo me dijo Eva,
    la estadounidense víctima
    de violación tumultuaria a
    las afueras del Daddy O, de
    Cancún. O Rebeca y su hermana,
    mexicanas violadas en
    Acapulco en la playa de su
    propio hotel cinco estrellas.
    El caso de las mujeres españolas
    victimadas en Acapulco
    vuelve a poner sobre la mesa
    el tema de la violencia sexual
    y de cómo los políticos como
    Walton, Alcalde de Acapulco,
    no han tenido la voluntad para
    estudiar y por tanto abordar
    adecuadamente estos delitos
    contra mujeres, niñas y niños.
    Lo que no pueden olvidar es
    que si hay violencia sexual
    contra personas nativas del
    País, la habrá contra sus visitantes.
    Acapulco, Cancún, Puerto
    Vallarta y Los Cabos son
    ventanas de México al mundo,
    la industria sin chimeneas
    en la que se gozan las
    bellezas, se reproducen las
    virtudes y también los defectos
    de la sociedad. Los
    espacios de esparcimiento
    a los que se va para olvidar los males del mundo y donde,
    como miles de víctimas
    ahora lo saben, la vida puede
    quedar trastocada para
    siempre. Y son los sitios de
    playa específicamente donde
    se elevan los índices de violencia
    sexual por múltiples
    razones; una de ellas es que
    ésta industria vive de vender
    la fantasía del placer y el goce
    y detrás de esa máscara la
    realidad social se fortalece.
    La gente amable es más amable,
    forma parte de la fantasía,
    la gente violenta se oculta
    bajo el silencio cómplice de
    autoridades que protegen la
    tranquilidad y el placer sólo
    desde imagen, la forma, sin
    reparar en el fondo.
    El Alcalde Walton, al igual
    que los gobernadores de
    Quintana Roo y Jalisco, han
    sido incapaces de abordar la
    violencia sexual con realismo
    y enfrentarla con presupuestos
    que fortalezcan los
    programas de prevención del
    delito y atención de víctimas.
    Y si, el discurso político está allí, pero lo aplastan de un
    golpe seco las estadísticas.
    Si Walton no tiene cifras,
    que se lea el reportaje multipremiado
    de Alejandro Almazán
    "Acapulco Kids". Allí
    Allan García de La Jornada
    Guerrero comparte datos duros,
    aportados por el DIF local:
    Hay paquetes exclusivos
    para pederastas que incluyen
    hotel y niño. Costos: de 200 a
    2 mil dólares, según el grado
    de pubertad. Desde los cinco
    años los prostituyen. A los 18
    ya no sirven. Los que controlan
    la prostitución infantil
    en Acapulco son, sobre todo,
    tailandeses. Después del turismo
    y la venta de droga, la
    explotación sexual infantil
    es la actividad que deja más
    ingresos en Acapulco. La mayoría
    de los clientes son estadounidenses
    y canadienses.
    La violencia sexual se normaliza
    en todos los ámbitos.
    Según el estudio de Trata
    en el sector turístico del El
    Observatorio de Violencia
    Social y de Género de Benito Juárez (OVSGBJ) y Sectur.
    Los estados con mayor tasa
    de explotación sexual son
    Quintana Roo, Guerrero y
    Jalisco. Los cuales superan
    entre 22 por ciento y 134 por
    ciento la tasa nacional. La sociedad
    acapulqueña es la que
    más normalización de la violencia
    sexual presenta a nivel
    social. Acapulco y Cancún
    lideran la explotación sexual
    infantil según UNICEF. En
    Cancún, la tasa de violación
    es más alta en víctimas de 10
    a 14 años (105.1 por cada 100
    mil habitantes), seguido por
    el 70.4 de jóvenes de 15 a 19
    años, y el de 20 a 24 años con
    61.6 por ciento. Parecida a
    Acapulco.
    Los hombres que cometen
    violación consumen alcohol
    o drogas, tienen actitudes y
    creencias que avalan la violencia
    sexual incluyendo
    fantasías sexuales coercitivas,
    y culpan a las mujeres
    de "excitarlos". Tienen un patrón
    de conducta impulsivo,
    antisocial y hostil hacia las
    mujeres, y algunos sufrieron
    abusos sexuales durante su
    niñez, según el Observatorio.
    La pregunta no es cómo
    taparle el ojo al macho (nunca
    hubo mejor metáfora). Perseguir
    violadores es útil, pero
    prevenir las conductas que
    llevan a los hombres a violar
    es la clave. Está demostrado
    que prevenir la violencia sexual
    requiere comprender
    el fenómeno integralmente.
    Urge unir esfuerzos estatales
    con organizaciones civiles
    expertas que trabajan contra
    la Trata y la violencia de género.
    Urge una fuerte inversión
    económica para crear
    programas de masculinidad
    que integren a los niños y
    hombres de la comunidad,
    junto a campañas educativas
    de prevención de violencia
    sexual y doméstica en los hoteles
    para hombres y mujeres.
    El castigo jurídico sí, pero antes,
    mucho antes la cultura de
    la igualdad y el trato digno.
    @lydiacachosi